miércoles, 12 de diciembre de 2007

XILITLA



Más allá de la sangre,
Eduardo sin duda reina por donde se mire.

En cada capullo florece su linaje,
donde amarillas arañas tejen entre las orquídeas
sus temblorosos fulgores de seda.

El gran ojo que todo lo observa,
nos mira pasar uno a uno:
hay quien se hace guillotinar en San Pedro.

Los caminos conducen directo al musgo,
a las embarcaciones de flores de lis
y a las columnas que sostienen el aire.

Las escaleras se entierran
en los sótanos de la selva
donde un ido mono araña grita
enterrado entre las baldosas.

La ballena de pronto
sale a flote para escribirnos:
“Soy Nautilus, avión, féretro y acuario”.

Y a medio bosque
recorrido en palanquín de piedra,
se descubre la madera,
el molde,
el cemento cementerio de la Obra Negra:
catedrales verdes sumergidas en la bruma.

El bambú baila bamboleándose:
quiere imitar al Arte hoja por hoja.

En tanto una cascada es
transparencia de azules flores navegantes,
collar de reflejos rojos.

La noche llegará espléndida y ruin
a deshacerlo todo para comenzar de nuevo.