martes, 19 de agosto de 2008

BRUJO

Pon una guitarra sobre la cama:
no te faltará mujer.

lunes, 18 de agosto de 2008

PARA QUE LA PIENSEN

Si entre las cuestiones de fondo en cuanto a la inseguridad que priva en nuestro país se encuentran la inoperatividad y corrupción del sistema penitenciario que permite que los delincuentes salgan una y otra vez de la cárcel a placer; o que desde los reclusorios mismos operen bandas dedicadas al secuestro o a la extorsión, yo propongo lo siguiente:

Aislamiento total, en celdas individuales, de los delincuentes que se hayan asociado para cometer delitos.

Me refiero a castigar a los que hayan cometido delitos mayores (secuestro, violación, lesiones, narcotráfico, asaltos, etc.) con una privación de la libertad efectiva, que en los hechos les rompa cualquier vínculo afectivo, familiar, social o económico.

Privarlos de los encuentros conyugales, limitar a dos o tres veces por año las visitas personales, tener cero convivencia con otros reos o con sus guardianes; no televisión, no radio, no teléfono, no periódicos, no computadora; muchos libros, eso sí.

Si acaso, y a solicitud de los sentenciados, realizar algún tipo de trabajo o ejercicio productivo en su celda (ejemplo: generación de electricidad, cultivo de hortalizas), como terapia individual que retribuya al Estado los gastos que origina la estancia del delincuente en el reclusorio, así como en alguna medida pague los daños que hubiere causado a la sociedad.

La situación actual de nuestras cárceles hace que estos centros en la práctica operen como verdaderas universidades del crimen. En circunstancias de convivencia los reclusos no tienen la menor posibilidad, ni la intención, de regenerarse.

Una estancia de meses o años en cárceles con aislamiento total, dependiendo del tipo de delito cometido por el reo, constituiría administrativa y económicamente una carga menor para nuestros gobiernos, mejoraría las condiciones de salubridad en los reclusorios, neutralizaría de manera emocional y psicológica a los delincuentes, y disminuiría las posibilidades de corrupción y motines.

La perspectiva de delinquir y ser condenado a una situación de aislamiento total, generaría verdadero pavor a la mayoría de la población, por todo lo que implica para la persona como ente social, aún cuando ésta fuese un delincuente nato.

Con todo y la dureza que implica, este tipo de castigo sería humanitario y efectivo pues preservaría la vida del delincuente dándole la oportunidad de la reflexión y una mayor posibilidad de regeneración, evitando la reincidencia después de ser liberado.

Protegería y retribuiría más a la sociedad que cualquier sentencia de cadena perpetua: esto último se reservaría quizá sólo para ciertos homicidas.

martes, 5 de agosto de 2008

Pena de muerte: irremediablemente injusta

Cíclicamente surge la polémica: pena de muerte, ¿sí o no? En estos días, cuando a todos ha causado indignación el secuestro y asesinato de un joven de catorce años (e imagino que no pocos hemos tenido el vergonzante sentimiento de desear la muerte de aquel o aquellos que hayan cometido dicho crimen), no han faltado hasta legisladores que colocan de nuevo el tema sobre la mesa.

Por otra parte, como mexicanos hemos estado pendientes de la sentencia de muerte que en Texas pesa sobre un connacional; y estoy seguro que más allá de cualquier presunción de inocencia o culpabilidad, o deficiencias en el proceso, todos nos hemos sentido consternados ante la sola posibilidad de la ejecución de esta persona.

Para mí la lección es clara: si existiera en México la pena de muerte, por más terrible que pudiera ser un crimen, o por más evidente que fuese la culpabilidad de alguien, nuestro sistema judicial, por su misma naturaleza humana, eventualmente podría cometer una irreparable injusticia en la persona de un inocente.

Considero que sólo por esa posibilidad: la de un error o un abuso, sólo por ese probable inocente condenado, no tiene sentido instaurar en México la pena de muerte; ni debería tener cabida en ningún país del mundo que se precie de ser humanitario o democrático.

viernes, 1 de agosto de 2008

A LA MUERTE DE DOS POETAS

Que el mundo se acabó es un hecho:
cuánta gente ha muerto.

Quedamos nosotros
esgrimiendo pomposamente
nuestra irrealidad a cuestas,
sintiéndonos soñados.