lunes, 26 de enero de 2009

YO DISMINUÍDO

Tú, que no recuerdas mi nombre
cuando ya he olvidado el tuyo…

Del fango de la memoria
levemente sacudes el menaje
en una vibración como de tundra.

Pertinaz neblina,
no esclarecen los instantes de luz
tu fugaz presencia.

De lejos pareces más tú:
Así estás bien, caricia yerta.
Sigues siendo mía,
cantando unos años que ya no son.

Quedarán en hueco las posibilidades,
la rama trunca que jamás nació
del árbol torrente de nuestra vida.

Puedo imaginar que arrastro
el ala rota de un verso,
un planeta que estalló en silencio
sin más testimonio
que su frustrado intento de aurora.

Sangro mi piel y escarbo en mis ojos
para encontrar de ti lo que de cierto queda.

Tiemblo de pensar que ya no existas,
te hayas llevado en la caída
el pedazo de imaginación que me compone,
y este yo sea un yo disminuido.

Quién sabe, a estas alturas,
cuál es el frente del espejo.