domingo, 17 de julio de 2011

POLÍTICO ANIMAL

Me enferma pensar que individuos como el diputado priísta Francisco Rojas son quienes tendrán en sus manos el destino de millones de mexicanos a quienes nuestra partidocracia no les da por el momento más opción que pensar en volver a lo malo por conocido.

Cínico, mentiroso, ambiguo, irresponsable, servil, sin compromiso con la gente que le paga por ocupar su curul, este señor reúne en su persona todas las lindezas del clásico político a la mexicana que pensábamos en extinción hacia el año 2000 D.C.

No fue así, y ejemplares de su clase hoy merodean por nuestras Cámaras atorando a su paso todas las iniciativas que pongan en entredicho los rancios dogmas de "su" Revolución.

Francisco Rojas y los de su especie nos quieren meter a una modernidad que no extraiga petróleo (hasta que el mundo cambie y utilice otra cosa, sí señor), que garantice la eterna impunidad de los líderes sindicales, que mantenga heredables las plazas magisteriales y que conserve (¡cómo no va a ser, si de eso viven, de la administración del desorden, de la cotidiana extorsión a los ciudadanos!) el caos fiscal, electoral, laboral, de seguridad, penitenciario, ambiental, educativo y de justicia que padecemos y que no podemos revertir desde que su partido tiene la última palabra legislativa.

Todo lo retrasa tan impunemente, como si no urgiera, como si no se hubiesen discutido por años y hasta la saciedad cada uno de los proyectos de ley, como si en el mundo no sobraran ejemplos y casos de éxito de países que sí han hecho las cosas de una manera responsable y veloz.

Ese México que imaginábamos hace diez u once años, imperfecto pero un poco más justo, se nos va de las manos, desfigurándose poco a poco entre las patas de esta bufalada pleistocénica, que nos lleva de regreso...¿A dónde?