sábado, 6 de mayo de 2017

2018 ¿Dejaremos ir la oportunidad otra vez?

Cada vez más, con escalofriante certeza, me doy cuenta en manos de quién está nuestro país, ahora gobernado por una punta de sinvergüenzas que no han tenido empacho en ser cómplices de narcotraficantes y asesinos; saqueadores de poca y gran monta que desde su infausto regreso al poder no han hecho sino envilecer a México con su grotesco espectáculo de simulaciones, corrupción, encubrimientos, hipocresías y muerte que ya no deja nada a la imaginación.

Hace 17 años que Vicente Fox pudo haber cambiado para bien nuestra Historia desmantelando para siempre el entramado clientelar y paternalista del Estado mexicano, pues tenía la carta blanca del poder que da el pueblo y sin embargo eligió el camino de mantener intacto un sistema político que había llegado a su extinción y que como huevo de dinosaurio se mantuvo en hibernación tierra adentro en los gobiernos estatales, incubándose y esperando el momento propicio para surgir de nuevo con toda su rapacidad.

Esto que escribo no es algo que no se haya dicho antes: tanto analistas como personajes de la política cercanos a Fox y Calderón les imploraron acabar de una vez por todas con la nefasta herencia del modelo priista, que a pesar de esas advertencias --casi todas ignoradas-- se apoderó finalmente de la administración pública en todos los niveles de gobierno, e inclusive contaminó a todos los partidos, en un revival imparable digno de un estudio sociológico y sicológico.

Al de las botas le sobró pueblo pero le faltaron ganas y conocimiento de la Historia para entender el papel que estaba llamado a desempeñar. Dejó ir la más calva de las oportunidades de alcanzar un sistema de justicia y bien común que se le había presentado a México, quizás desde Francisco I. Madero. En el sexenio de Fox hubo muchos avances en libertades civiles, sí. Pero el priismo soterrado también aprovechó ese clima de libertades y de bonanza económica para ir perfilando de manera taimada --y a veces hasta de manera grosera-- su regreso al poder.

Al de Michoacán lo asfixiaron los compromisos políticos derivados de la poca legitimidad que le dio un sistema electoral que hasta la fecha no permite segundas vueltas. Más estudiado que Fox, el lastre de sus amistades infantiloides, su visceralidad y su mochería le impidieron tomar mejores decisiones en varios asuntos que requerían soluciones complejas.

El regreso de un PRI sin llenadero, con su ramillete de frasecitas cínicas siempre tan a la mano, con su ideario de corrupción, repartición y encubrimiento hasta hoy imbatible y que alcanza a la mayoría de nuestros políticos hasta llegar a los Ayuntamientos más recónditos de este país es una auténtica desgracia, un chahuistle que ha mantenido en la pobreza a una nación que no hace 17, sino quizás 30 o 40 años debió haber despegado hacia un desarrollo económico y educativo más justo y equitativo.

Cada sexenio priista es lo mismo y no aprendemos. El saqueo, las devaluaciones, el cobro excesivo de impuestos, la contratiza, las cajas chicas, las cajas negras, las maletas, las bolsas, las denuncias, la justicia selectiva y vengativa, los viajes y las viejas de nuestros funcionarios, la degradación ambiental galopante, las elecciones compradas, los candidatos comprados, los votantes comprados, el tortibono, el efectivo y la efectiva, la monex y la soriana, las pantallotas: así es como nos gusta vivir a los mexicanos. Si no es así, parece mucho que sí.

Pudrámonos entonces. Cabe sin embargo la posibilidad que no todo mundo esté a gusto con el hecho de sufrir para llegar al final de las quincenas --eso en el mejor de los casos, si hay un empleo--, mientras andan sueltos por la calle 17 exgobernadores sujetos a una "investigación" que no avanza ni avanzará --y tenemos 32 estados-- por haberse robado en conjunto $200,000,000,000.00 de las arcas públicas. Leíste bien.

Es posible también que nuestra lista de amigos y familiares se haya ido reduciendo en los últimos tiempos debido a la violencia que impera a lo largo y ancho de todo el país. Lo que estamos viviendo, aunque nos estemos acostumbrando a ello, aunque sepamos cuidarnos o estar atentos y vigilantes, de ninguna manera es normal. No es normal que por todas partes aparezcan cadáveres completos o en partes, amortajados con mensajes cuya mala ortografía agrega un elemento más de inquietud a lo ya de por sí espeluznante que es observar una muerte así.

¿Ya nos acostumbramos "al narco" entre nosotros? ¿A nadie le importa que del nivel federal hasta el municipal, en nuestras Cámaras, en los partidos, estemos infestados de narcopolíticos, sicarios con placa, orejas con fuero, halcones con puesto? Es posible que así sea, y que el miedo limite la participación política de la gente, que opta mejor por "llevarla tranquila" votando por los mismos que pueden más o menos mantener la cosa en paz.

Pero incluso ésta última opción parece que ha llegado a un mal término: quienes hasta hoy reparten corrupción, territorios,  protección, cargos, "justicia" y contratos y dineros públicos a los ciudadanos se están viendo cada vez más ineficaces en su papel, cada vez más rebasados por las "fuerzas del mercado" de un capitalismo literalmente salvaje que no vacila en decapitar y en desconocer a sus originales protectores políticos.

Nos encontramos pues, en un país donde imperan la Ley del Talión, la Ley de la Selva y la Ley Fuga. Un lugar extraño al que poco a poco dejamos de pertenecer por abstenernos de participar o por dejarnos comprar con una promesa y algo de dinero en cada elección, para dejar que sean otros quienes decidan sobre el futuro de México, que está quedando en manos de auténticos delincuentes, profesionales de la corrupción, tanto viejos como de nueva generación, de modales cavernarios o de maneras finas: los cachorros de los cachorros y sus cachorros.

Los extremos de corrupción y de apatía a que hemos llegado, además de escandalosos son intolerables: veo muy difícil que nuestro país --económicamente hablando-- pueda soportar seis años más del saqueo tremendo a que está siendo sometido sin llegar a una situación parecida a la que prevalece hoy en Venezuela, por ejemplo. De igual manera, continuar con los mismos estándares de educación, vivienda, ambiente, justicia, etcétera no nos va a llevar a ser un país de primer mundo en menos de 30 años si no empezáramos hoy a cambiarlos radicalmente.

Romper el ciclo perverso parece menos que imposible al contemplar el panorama actual, dominado por partidos y satélites de partidos que en su esencia son fiel reflejo del modo de hacer y dejar hacer priista. ¡Todos son parte de un sistema de relojería que no ha dejado nada al azar! Perversamente, esta maquinaria hace que nuestro voto o nuestra abstención le resulte de beneficio, dando igual por cual partido se vote.

Analizando el ejemplo que tengo a mano y conociendo a los actores políticos que ahí participan, y que es la próxima elección en el Estado de México, observo que lamentablemente ahí nadie nos salva ya. Gane quien gane, votes por quien votes, el sistema priista se mantendrá intacto. Con matices, alguna gente nueva quizás, más con alguno de los partidos o candidatos y menos obviamente con el PRI, prácticamente todo seguirá de igual a peor, en esta complicidad imparable de saqueo y degradación que he señalado líneas arriba.

El Estado de México y la Ciudad de México, están a punto de convertirse en el semillero de Morena / López Obrador, que para quienes aún creen en los Reyes Magos van a venir a salvarnos de la catástrofe que estamos viviendo cuando López sea presidente. 

Lo único que va a suceder en cuanto los delfines de Morena o el sicópata que se auto-colocó la banda presidencial en el Zócalo accedan al poder, es replicar el sistema priista que tanto dicen combatir ¿O López hizo algo diferente al PRI cuando gobernó la Ciudad de México? ¿Algún partido lo ha hecho distinto?

Los antecedentes y las pruebas de la corrupción del Peje y su gente brotan por todos lados. Haz memoria, checa la información disponible y déjate de ingenuidades. Si llega Morena a sustituir al PRI, espérame otros 30 años mientras te arreglamos el asunto. 

¿Pero cómo romper el círculo vicioso? Con un candidato independiente. Yo propongo a Jorge Castañeda o a Juan Ramón de la Fuente. Ambos son académicos con éxitos probados en encargos públicos, y modo de vivir honesto (¿eso ya no cuenta ahora?). Tienen cultura, conocimiento del país y de su historia. Son personas capaces e inteligentes con alcances internacionales, algo indispensable en esta época de globalización. Ahí están dos buenos candidatos independientes: maestros de nuestra UNAM y de prestigiosas universidades de todo el mundo.

Es cuestión de que una ola de consenso alrededor de estos personajes vaya creciendo de boca en boca, con o sin aprobación de la partidocracia y de los narcopolíticos, con o sin la televisión, con o sin dinero. Así ha pasado en otros países, y así va a suceder también en México. ¡Optemos entonces por lo mejor de nosotros!


Roberto Mendoza Ayala
6 de mayo de 2017


ACTUALIZACIÓN DEL 9 de mayo de 2017:

Dos días después de haber escrito este comentario, Jorge Castañeda anunció en los medios que abandonaba la búsqueda de su candidatura independiente, toda vez que se daba cuenta que no había alcanzado la suficiente convocatoria, poniendo sin embargo su experiencia y contactos en favor de un joven con un ideario coincidente, un político actualmente sin partido, el Senador Armando Ríos Piter.

Lo anterior no hace más que refrendar la honestidad personal y enaltecer el valor intelectual de Castañeda, a quien los mexicanos le debemos el haber abierto paso a las candidaturas independientes en este país. Si se dan las condiciones, es posible que esta nueva propuesta apoyada por él alcance el consenso necesario para ser competitiva y derrotar a la partidocracia. Eso muy pronto lo sabremos.