martes, 12 de enero de 2010

ULTRASONIDOS

CONSIDERACIONES
DEL LOBO

El sentimiento de culpa
ante tanta catástrofe que no me toca
por invisible escudo que hasta hoy
sin abolladuras fulge indemne,
golpeado ocasional por lejanas muertes
o súbitas enfermedades boreales;

esa protección que se me concede
sin implorarla ni deberla,
sin ahondar en vericuetos kármicos
es ciertamente inmerecida,
que nada grande creo haber hecho
en favor del clan, pues otro sería y no yo.

Una sensación de angustia y maravilla
por ser invulnerable al daño que se ceba
en territorios que me son ajenos,
y aún a la vuelta de la estepa:
mis verdades no son el hambre ni el pantano,
ni los cazadores con sus balas y cuchillos...

Desayuno como todo un sibarita,
una cautiva enciende mi instinto a diario;
hace más de cincuenta años que vago en el bosque,
y un roble no me cae sobre la cabeza
-todavía.

Este hueso atorado en mi garganta
estorba festejar a todo aullido
que un sólo yo se dijese feliz hoy.

No viene al caso lamentarse por la buena suerte
(ni siquiera eso cambiaría nada),
pero gruño para dejar constancia
de mi coraje por tantos inocentes apaleados
en los muy inescrutables
caminos del Señor.

Son ellos, inoportunos y patéticos,
quienes con sus desfigurados rostros
impiden que yo devore todo como dios manda.



NO LO MERECE

Sólo un momento posó para mí
-quería tatuarla en el poema-
pero batió sus alas en retirada.

Dejó este borrón con su polvo negro.

viernes, 8 de enero de 2010