martes, 15 de diciembre de 2009

CAMBIO CLIMÁTICO ¿CAMBIO DE PARADIGMAS?

En estos días de amplias discusiones y cumbres energéticas, uno se pregunta -humilde ciudadano del mundo que es- lo que uno hizo mal para haber llevado la cuestión ambiental al borde de una catástrofe.

Se siente verdadera culpa por no ser el habitante urbano ejemplar que tantos ambientalistas desearían: nos falta reciclar el agua de nuestra casa, utilizar menos el automóvil, sembrar árboles en nuestro entorno, comer más verduras, consumir menos carne, mantener un invernadero en nuestra azotea, depositar las pilas gastadas en los recipientes colocados ex profeso en algunos centros comerciales, llevar al súper nuestra propia bolsa para no utilizar más plásticos, preferir los productos en empaques reciclables, separar siempre la basura en orgánica e inorgánica, hacer composta y un sinfín de etcéteras.

La lista de “inconsciencias” sería interminable y abrumadora. Parece que nadie puede darse el lujo de vivir, porque al hacerlo está matando al planeta.

Todo lo mencionado es cuestión de cultura, de costumbres, algo que no va a cambiar de manera masiva ni instantánea a menos que todos nos viéramos súbitamente obligados a ello.

A mí me parece que los gobiernos y las grandes corporaciones están eludiendo su responsabilidad, dejando en nuestras manos las decisiones que ellos deberían haber tomado “desde arriba” hace ya mucho tiempo, y que no han tomado por razones políticas y económicas.

Como hombres de la calle no podemos hacer más de lo que habitualmente hacemos: cerrar bien el grifo, no tirar basura, caminar cuando se pueda. Pero a millones de personas les importa un bledo lo que ocurra después de hoy: la inmensa mayoría no tiene los medios, ni la educación, ni las intenciones, ni los productos, ni las normas que los obliguen a ser amigables con el medio ambiente.

Cuando yo tenía 14 o 15 años, mi amigo Hermilo Córdova ya había construido en el patio de su casa un pequeño prototipo de automóvil eléctrico, -estoy hablando de los años setentas-; en aquel entonces era una quimera proponer un automóvil impulsado por electricidad cuando el mundo tenía disponibles enormes yacimientos de petróleo barato.

Para entonces los japoneses ya habían inventado un motor con un rendimiento de 30 km por litro de gasolina; de todas formas solíamos platicar de las eficientes baterías de litio o de la energía provocada por la explosión del hidrógeno, que da vapor de agua como único residuo.

Casi 40 años después, cuando voy a una agencia a comprar un automóvil, lo mejor que consigo a precio razonable es un auto con un rendimiento de gasolina de 12 a 14 km por litro. Ni hablar de autos híbridos, o eléctricos, o de aquellos que utilizan baterías de hidrógeno: son excepciones, y su exorbitante costo rebasa por mucho lo que el ciudadano promedio puede adquirir con su ingreso promedio.

Es decir, después de tantos años de existencia y desarrollo de tecnologías eficaces, de guerras por el petróleo, alguien que decida contribuir al mejoramiento del ambiente lo único que puede hacer de manera efectiva es no utilizar un automóvil, pues si lo hace aunque sea por necesidad, provocará el gesto de desdén de aquellos que abogan por el regreso a la vida rural del siglo XIX.

No puedo usar mi auto porque contamina. No puedo bañarme cinco minutos más porque el agua se acaba en el mundo. Soy un inconsciente porque en el techo de mi casa no hay pasto sembrado y entonces se refleja el calor del mediodía. Si como carne, imagínate cuántas hectáreas de selva fueron arrasadas para servirme un bistec. Me aterra jalar la cadena y dejar ir al caño cuatro o cinco litros de agua potable por cada miadita. Si me traslado en avión contribuyo al calentamiento global el equivalente a diez mil personas que viajan por tierra…

Otro dato: el 80% del agua dulce del mundo se utiliza –y se evapora más de la mitad- en los riegos agrícolas tradicionales. Eso quiere decir que si en este momento todos los habitantes de todas las ciudades del mundo ahorrásemos la mitad del agua que utilizamos, lograríamos incidir apenas en el 10% del total del agua disponible. No es una cantidad desdeñable, ciertamente, pero eso no nos va a sacar de apuros ni va a impedir que algún día el agua dulce disponible en el planeta se nos termine. Quizá unos años más de reserva, pero sólo eso.

Los dos ejemplos citados (el automóvil, el uso del agua) me dicen que aún cuando como ciudadanos conscientes hagamos nuestro mejor esfuerzo con acciones individuales para salvar el planeta, nunca lo lograremos a menos que las grandes corporaciones y nuestros gobiernos implementen los mecanismos necesarios para conseguir ese objetivo.

Hago una lista de propuestas que considero podrían ser tomadas en cuenta:

-Que nuestros gobiernos obliguen a las armadoras de automóviles a fabricar modelos con motores eficientes que consuman la mitad de gasolina que los actuales, o que de plano cambien su tecnología a eléctrica: las tecnologías existen y están disponibles para los ingenieros desde hace muchos años.

- Incentivar y popularizar los sistemas autónomos de generación de energía por medios solares, eólicos, etc. Lo mismo los sistemas autónomos de captación, almacenaje, reciclado y ahorro de agua.

- Proponer a nuestros congresistas una ley para que toda nueva edificación de inicio cuente con un sistema de almacenamiento de agua, aprovechamiento del agua pluvial y reciclado, así como un sistema autónomo de generación de energía eléctrica y/o térmica.

- Proponer una ley para que toda edificación ya existente en las ciudades, en un plazo mediano, en la medida de sus posibilidades cuente con dichos sistemas.

- Revisar y modificar nuestros métodos tradicionales de irrigación, para cambiarlos hacia el riego por goteo, cultivo en invernaderos, etc.

- Desarrollar potabilizadoras, desalinizadoras y tratadoras de aguas más eficientes que proporcionen a las ciudades toda el agua dulce necesaria, para no seguir extrayéndola de los mantos freáticos.

En fin, son algunas propuestas, no soy experto, pero son medidas posibles que nos ayudarían a reducir considerablemente la magnitud de nuestro actual problema ambiental. Sé que topan con cuestiones económicas de gran calado, por ejemplo la reducción drástica del ingreso de las empresas petroleras, o el control patrimonial de la energía que ejerce el Estado en países como México, y también sé que el gobernante que implementara tales medidas en su territorio, difícilmente ganará el favor de sus habitantes, por el costo y la obligatoriedad que conllevan.

Esas son las razones por las que nadie lo ha hecho hasta ahora.

Sirvan entonces estas líneas para alzar la voz a los gobiernos y a las grandes corporaciones para decirles: ¿están ustedes haciendo lo necesario en favor de nuestro medio ambiente? ¿por qué se escudan en la irresponsabilidad de los ciudadanos?

No son las empeñosas acciones individuales de unos cuantos, por muy loables que éstas sean, las que van a lograr abatir el cambio climático, la deforestación o la falta de agua potable. Urgen medidas, productos y sistemas responsables con el medio ambiente, cuya aplicación sea global.

Quizá entonces sigamos utilizando automóviles y dándonos duchas romanas de diez minutos. Pero será muy diferente hacerlo sin culpa.

jueves, 3 de diciembre de 2009

lunes, 26 de octubre de 2009

ULTRASONIDOS

REVOLUCIÓN

Esta es Revolución,
la verdadera encrucijada
varada en las banquetas de San Carlos,
el PRI, la vieja escuela,
y circos que ahí se instalan.

Alguien se indignó cuando dije
- no lo recuerdo exacto- que Venecia hoy,
San Marcos aparte,
es la colonia Guerrero inundada
y también tenemos una catedral,
y Alvarado tendió aquí su puente.

Abundan los sindicatos con la plaza comprada;
los guaruras saben desde arriba
cómo está eso del poder,
y observan condescendientes
a los que ignoramos el mítin, la fuerza,
convocados por insurgentes,
de líderes que se hacen lolos.

(Todos caen en la trampa,
nadie sabe para quién trabaja…).

Los cafés de chinos y su neón fogata
ofrecen refugio a los desahuciados
para encontrar en la sal de su pan
el último beso de un día perdido.

Los hoteles, siempre de paso,
viven asidos al placer
que lentamente lame el dinero.

Pero es mejor la noche
vista desde el cuadro sucio
que resguarda los vestigios de un anónimo calor,
a estar afuera, donde las cuentas no salen:
la altura del escote es siempre según.

Por eso cuando llegues a Revolución
antes de subir asoma primero una mano,
tienta el aire: cada salida es distinta
y todas tienen la suerte volteada,
el santo de espaldas.

Compórtate con discreción,
como alguien que siempre ha estado.
Pero sobre todo jamás escuches:
pasa de largo, desatiende súplicas,
soslaya provincianas miradas.

Y si puedes, mejor, regrésate.



HACIA EL COLEGIO MILITAR

El convoy es más bello contigo adentro.
La distancia entre nosotros,
¿Depende de cuántas estaciones?

domingo, 25 de octubre de 2009

LA BARCA DE PAPEL

La Barca de Papel, de Wolfgang Ratz, es una publicación virtual sobre literatura contemporánea, editada en Austria. Gracias al interés de su director por la poesía en español, he tenido la suerte de publicar ahí -junto con otros escritores de México y de algunos países latinoamericanos- mis poemas traducidos al alemán.

El Águila en Palacio es el resultado de una visita nocturna e inesperada al Palacio Nacional, ubicado en el centro de la Ciudad de México. Dicho edificio, construido en etapas sucesivas sobre las ruinas de lo que originalmente fue el Palacio de Moctezuma, es desde entonces sede del poder en nuestro país. La transformación de sus estancias, escaleras, salones, patios, murales y pasillos, revela silenciosamente la gran historia escrita sobre las piedras.

La revista correspondiente a octubre de 2009 puede consultarse en:

http://revistabarcadepapel.blogspot.com/

viernes, 16 de octubre de 2009

LA VIDA ERA ASÍ

Se envalentonan. Gritan. Vociferan. Exigen. Insultan. Hacen escarnio. Chantajean. Lloran.

Van a decir, como alguna vez me respondió Ricardo Monreal a una carta, que soy uno de los burgueses privilegiados que cuenta con una computadora para expresar sus ideas, mientras que la mayoría de las personas en este país vive en la miseria.

No niego mi situación de privilegio frente a miles o millones de personas que quizá jamás en su vida tendrán acceso a una educación como la que yo tuve, y que la tuve por cierto en parte gracias al Estado mexicano, y mucho más gracias a la responsabilidad de mis padres que al mismo tiempo que nos exigían como estudiantes a mis hermanos y a mí, con sacrificios económicos lograron sacar adelante a seis hijos.

Me es imposible no pensar en eso luego de observar la marcha de ayer. Es una tristeza ver a tanta gente tan equivocada, exigiendo de la manera más agresiva el regreso a un estado laboral de abusos absurdos que por años han constituido el lastre que arrastra a México a los últimos lugares del desarrollo en todos sus órdenes.

No es que no me apene la tristeza de los electricistas jubilados: ellos seguirán cobrando sus pensiones. Y no me voy a poner a filosofar acerca de lo naturalmente injusto que es el mundo en que vivimos.

No soy insensible –ni creo que nuestro presidente lo sea- a las lágrimas que vi derramar por parte de algunos de los ex-trabajadores de la extinta Compañía de Luz y Fuerza del Centro que acudieron al Zócalo a manifestarse ruidosamente.

Sin embargo, lloraría si yo fuera parte de su gremio al haber comprado en cuarenta mil pesos una plaza laboral para garantizarme no un empleo sino un sueldo vitalicio realizando el mínimo esfuerzo, ocupándome sólo unas cuantas horas al día -a veces ni eso-, haciéndome beneficiario de increíbles prestaciones no a cuenta de lo que produce mi trabajo, sino de lo que el Estado ha subsidiado a manos llenas y sin sonrojo, endeudándonos a todos los mexicanos desde hace más de medio siglo, a fin de asegurarse el voto corporativo en las siguientes elecciones. Sabedor además, que a mi tempranísima y muy bien pagada jubilación mi hijo mayor va a heredar mi espacio laboral. Y que todo eso se termine repentinamente para mí y mi familia, así, sin más…sí, sin duda yo también lloraría.

Que los sueldos no eran la gran cosa, todos lo sabemos. Pero no nos hagamos tarugos: la ganancia no estaba ahí. Por eso el corrupto líder del SME califica de “miserables” las exorbitantes liquidaciones ofrecidas a los ex-trabajadores, calculadas más que generosamente con base en sus salarios de tabulador.

Me llamó la atención el chantaje calculado: miles de pancartas, supuestamente espontáneas, expresando que los hijos de los trabajadores de ahora en adelante van a quedar sin educación, sin alimentos y sin atención médica. Otras mencionaban el ingrato desempleo al que Calderón lanza a miles de personas.

Es terrible quedarse sin empleo, lo sé porque es una situación que no me ha sido ajena, junto con la tremenda presión de los hijos por mantener. Pero ojalá que en este momento todos los desempleados del país tuvieran en la bolsa –igual que los extrabajadores de Luz y Fuerza- un cheque de un cuarto de millón de pesos para medio pasarla…

Lo que ellos reclaman no es el desempleo: es la pérdida de la garantía transgeneracional que implicaba trabajar para la Compañía. Exigen a gritos el aguinaldo de sesenta días que -lástima- tal vez nunca les llegará igual de abultado, si llega, en todos los diciembres que les restan de su vida, tal y como lo tenían dispuesto a perpetuidad. Es decir, contaban con ello, la vida era así.

Quién devolverá a tantos ahora indigentes el dinero que pagaron por sus plazas. La-insensibilidad-de-los-ricos-y-poderosos-que-deciden-en-este-país ya generó hasta problemas conyugales: esposas, ex-esposas y concubinas están codo a codo, muy atentas a las filas del cobro de indemnizaciones. Ellos, los del SME, sólo piden una cosa: que les regresen “sus” centros de trabajo.

Esto último delata a un gremio que jamás tuvo conciencia ni educación acerca de lo que significa el servicio público. Son miles los que desde ya fueron arrancados de las tiernas ubres de la Patria. Arrojados a enfrentarse como la mayoría de los mexicanos a la competencia, a la clientela, a los desvelos, a las incomodidades, a crecer o a perder, a arriesgarse.

La aberración socialista que nos maldice desde tiempos de Echeverría y quizá más atrás, desde Cárdenas –el discurso de la lucha de clases, los subsidios, el patrimonialismo de los sindicatos, el odio al exitoso, el derecho a la invasión, el no respeto a la ley-, se ha mostrado en todo su esplendor la tarde de ayer 15 de octubre, apoyada por los representantes del México envenenado, falsos líderes a quienes la gente sigue por no alzar la vista unos centímetros del suelo.

ACTUALIZACIÓN CON FECHA 16 DE DICIEMBRE DE 2009:
Premio al caradura: el día de ayer el líder charro de estos sindicalistas exigió al gobierno mexicano el pago de ¡aguinaldos! correspondientes a 2009 para todos los ex-trabajadores que no han aceptado pasar a cobrar sus liquidaciones. Esperan se les deposite como todos los años a más tardar el día 20 de diciembre, como marca la ley. O si no...

ACTUALIZACIÓN CON FECHA 21 DE JULIO DE 2010:
Hace un par de semanas la Suprema Corte de Justicia declaró legal y procedente el decreto de extinción de la Compañía de Luz y Fuerza del Centro.

No obstante ello, un pequeño grupo de ex-trabajadores se mantiene en huelga de hambre en el zócalo de la Ciudad de México, exigiendo una audiencia con el presidente Calderón "pues es él la última instancia en este país que puede resolver nuestras demandas".

Uno de los huelguistas está tan grave que ya sufrió un síncope. El médico (del SME) que lo atiende, declaró que la huelga terminará cuando el paciente entre en estado de coma. Los propios activistas impidieron ayer el paso al subsecretario de gobernación, que deseaba dialogar con este pobre hombre, quien en días pasados se quejó de que la prensa, incluyendo la internacional, lo estaba ignorando, y sólo prestaba reflectores a Fariñas, huelguista de hambre cubano que pedía la excarcelación de numerosos presos políticos del régimen de los Castro.

Es grotesco que personas ignorantes, convencidas de la retorcida "sacralidad" de su derecho a ser empleados a perpetuidad por el Estado mexicano, vayan al despeñadero guiados por un líder rapaz al que le urge un muerto antes de que la apabullante realidad jurídica haga todavía más evidente el desastre al que llevó a sus agremiados.

ACTUALIZACIÓN CON FECHA 07 DE MARZO DE 2011

El viernes 4 de marzo pasé por el Zócalo de la Ciudad de México. Hay instalado un "campamento" de ex-lectricistas con carpas a la Gengis Khan. Una dice: "Cobranzas presente", otra "Líneas subterráneas", y así todas: serán unas 50 carpas pintarrajeadas con los nombres de los distintos departamentos que integraban la Compañía.

Llama la atención que habiendo perdido absolutamente TODOS sus recursos jurídicos en TODAS las instancias, incluyendo la Suprema Corte de Justicia, todavía exista entre ellos (cientos de ellos, pues decenas de miles obtuvieron su liquidación en el tiempo legal) el convencimiento de que el Estado tiene la obligación de reinstalarlos en sus antiguos puestos de trabajo aunque sea a fuerzas.

Se quedaron en el viaje; están haciendo exactamente lo mismo que hicieron durante decenios: sentarse a comer tortas y dar un espectáculo lastimoso. Sólo que hoy están "al frente del negocio". Ojalá algún día despierten y se pongan a trabajar.

jueves, 15 de octubre de 2009

PANTEONES, LÍNEA DOS

Triste el olor de las flores muertas.
Un pensil abandonado
yace en el recuerdo del perfume.

Las construcciones son lajas
de fragmentados laberintos.
En los callejones sin salida de esquinas vírgenes
falsas flores se replican en altares.

La lluvia es un tzompantli que se interroga:
¿Por qué aquí los muertos?
¿Por qué sólo las tronchadas flores?

El incómodo silencio
rompe un niño que quiere pecho.
Se abren puertas y el aroma llega:
es humedad de sepulcros,
cempazúchitl fermentado.

Estamos a nivel, hermanos:
¡No que no éramos iguales..!

El tiempo se detiene un poquito
en cien metros de andén pintados
con tierra gris de camposanto.

viernes, 25 de septiembre de 2009

BODRIO FISCAL

Lo único que saldrá de tanta discusión de la propuesta fiscal del Presidente Calderón, será un bodrio misceláneo como el que nos enjaretaron hace dos años, y que nos dejó en el mismo lugar de hace cuatro, de hace diez, de hace muchos años. Vaya bicentenario: nomás no podemos.

Si de todas maneras se le iban a ir encima, el Ejecutivo sólo tenía la alternativa de plantear de una vez por todas una solución fiscal definitiva, la que se usa en todo el mundo desarrollado: IVA generalizado y sin excepciones para nadie y dejar el posible descrédito de su no-aprobación al Legislativo.

A estas alturas, con las cámaras en manos de la oposición, y con altas probabilidades de entregarles la presidencia, no hay necesidad de quedar bien con los "pobres", ni con la burocracia, ni con los sindicatos, ni con los partidos.

Con retorcidas complicaciones fiscales, con medianías, manteniendo zonas de privilegio y exenciones irracionales, nos van a joder más la vida a todos.

viernes, 18 de septiembre de 2009

TACUBA

Sólo de imaginar
aquel aciago ejército de aventureros
sifilíticos perseguidos de ambición,
las mulas con su fabuloso cargamento
ido para siempre al fondo de los cañaverales…

Me pregunto si no se abrió la tierra
aquí nomás
para intentar el rescate de lo que todos cargamos
en memoria colectiva:
los míticos lingotes, lágrimas de un sol
empañando el espejo de Moctezuma.

Es inevitable la tristeza,
el silencio roto por la lluvia
en sigilo intransigente
dando la voz de alarma.

Canosa, vieja hechicera lluvia.

Teas y arcabuces,
griterío sorpresa de muertos aferrados al oro
no se abandonaron
ni siquiera en la tumba.

Quinientos años después
siguen tendidos los puentes
busca Remedios debajo de ellos
un pueblo que nunca se fue
y sigue atascado en el fango de la huída.

Se multiplican las carpas y las tiendas,
la memoria epidérmica de la Ciudad
reconoce sus planchados pliegues,
se instala donde hace mucho
se aparece el barco fantasma
de un tianguis antiguo.

En el caos pervive el Principio de lo nunca muerto:
las piedras que volaron para hacerse templos,
en otro orden colocadas, pero siempre templos;
los olores y los sabores de paso,
el transbordo, los pasillos,
el cruce de estaciones con el obligado cambio de luces.

La estatua del que espera abajo del reloj
marca la hora siempre atrasada
de un convoy que apenas viene
o que nunca llega.

miércoles, 2 de septiembre de 2009

LA MÁSCARA Y OTROS RELATOS

RECUPERANDO EL SIGLO QUE SE NOS FUE

Leído en la sala Manuel M. Ponce del Palacio Nacional de Bellas Artes de la Ciudad de México la noche del 1o. de septiembre de 2009, con motivo de la presentación del libro "La Máscara y otros Relatos" de Juan de la Cabada, con Prólogo de María Ángeles Juárez Téllez. El 4 de septiembre se cumplen 110 años del nacimiento del escritor.

Es un alivio saber que en este México donde estamos cada vez más enajenados con las cuestiones de la simple sobrevivencia, aún existan personas, interés, instituciones y presupuesto para realizar una labor de preservación y rescate de la memoria colectiva.

Es el caso del Gobierno del Estado de Campeche, de la USBI de la Universidad veracruzana, y del mismo Instituto Nacional de Bellas Artes, que propicia la presentación de este libro en un foro de máxima importancia, con el objetivo de difundir el resultado de un minucioso trabajo de investigación y transcripción para evitar que el tiempo arrasara con -y se perdiera sin remedio- una parte importante de la obra de un escritor fundamental para las letras mexicanas.

Juan de la Cabada Vera quien ya de por sí nos es necesario literariamente hablando -por la maestría de sus trazos, por la riqueza del lenguaje que emplea, por su recreación fiel del habla popular del mexicano, por su penetrante conocimiento de la psicología humana-, es un cronista imprescindible a la hora de buscar entender el mundo del siglo XX desde una perspectiva iberoamericana con dos grandes ventajas: la primera, él fue testigo y en muchos casos, hasta protagonista de los hechos; la segunda, su longevidad.

Situaciones afortunadas que le permitieron como a pocos ubicarse en lugar privilegiado, para relatar con maestría hechos con información de primera mano, o bien realizar sus ficciones con alarde de envidiable bagaje social, político, cultural y psicológico.

Es la suya una visión que abarca desde las postrimerías de la presidencia de Porfirio Díaz hasta el terremoto de 1985 de la Ciudad de México.

En los relatos que conforman este libro, María Ángeles Juárez Téllez ha agrupado con inteligencia los textos en torno a una secuencia cronológica que coincide no tanto con las fechas en que fueron escritos, sino con los periodos históricos de los que éstos forman parte.

Habrá que recordar aquí que muchos relatos fueron transcritos de originales hechos a propia mano del autor –manuscritos- a tinta o lápiz, y que sólo con base al conocimiento de la historia y de la literatura que María Ángeles Juárez Téllez tiene, además –por qué no decirlo- de los años de pláticas atesoradas con Juan de la Cabada, fue como ella logró en numerosas ocasiones deducir o descubrir el verdadero sentido de algunas palabras aparentemente ilegibles, orientarnos -en la introducción que hace al libro-, hacia los nombres reales de los personajes atrás de las anécdotas; llevarnos hacia la adecuada conclusión de una frase sin terminar.

Asimismo fue capaz de discernir entre el descuido o el adrede de una escritura caprichosa, algunas veces hermanada con el oficio de guionista cinematográfico del escritor.

No omito señalar el gran esfuerzo de investigación literaria e histórica que le requirió a María Ángeles corroborar, o en otras ocasiones sugerir con autoridad, el nombre correcto de una población, el significado exacto de unas siglas, deducir el idioma original o la grafía de una palabra extraña.

Encontramos en Juan de la Cabada tonos y colores que nos hacen recordar tanto a José Revueltas como a Luis Buñuel, a Martín Luis Guzmán o a Chava Flores, a Juan Rulfo y a John Lennon. En estos trabajos coexisten la literatura “pura”, por denominarla de alguna manera, con el trabajo social y la denuncia política, que por influjo del buen oficio de su autor muy poco se rebajan a lo panfletario. Existen pinceladas de poesía, así como prosa que en medio de la rapidez de palabra del escritor se convierte en lluvia de reflexiones que bordea lo poético.

Y señalo con ejemplos: en su relato Las lágrimas, existe más que la sola evocación de la miseria del trabajador mestizo en la ciudad. Hay algo tremendamente inasible, tremendamente literario y lleno de vigor en el patetismo, en lo pesimista de la visión de destino, que lo hermana con Revueltas, por no mencionar la denuncia implícita de la corrupción tanto del patrón como del líder sindical que encontramos en el texto.

De Buñuel encontramos un eco evidente: la resonancia de Viridiana en el relato de Juan de la Cabada denominado Yo trabajaba… Cito:

“Sacó un traje de novia y Josefina se lo puso, la botonadura toda era por el frente. Se extrañó ella, pero se lo puso. Él, la condujo a otra recámara completamente a obscuras y la hizo acostarse en un diván que tenía como un metro de altura. Aunque ella no sabía exactamente en qué estaba acostada. Ya tendida en el diván, el alemán prendió cuatro cirios…( )…se reía frente al miedo que ella demostraba y la empezó a calmar, explicándole que no se trataba de ocasionarle algún mal, sino que únicamente necesitaba para satisfacer su deseo sexual con una mujer, vestirla con ese traje de novia que había pertenecido a su novia en realidad, y que murió de un síncope cardiaco la noche de bodas en sus brazos, sin haber logrado hacerla suya.”

Hasta aquí la cita, y dejemos para los especialistas cinematográficos dilucidar la cuestión de las primicias: el intercambio, influencia o préstamo de imágenes entre Buñuel y de la Cabada, pues ya se ha mencionado aquí que Juan de la Cabada fue también hombre de cine.

En La Máscara, relato que da nombre al libro, la trama se sitúa en tiempos de la Revolución Mexicana. El protagonista, el viudo Arévalo, que fungía al mismo tiempo como militar, licenciado, juez, y pintor de Francisco Villa, logra engatusar a una joven el mismo día del entierro de su esposa. Cito:

“Sorprendida, y con una gran compasión hacia el señor Arévalo, a quien creyera en un estado completo de locura o histeria por su inmenso dolor, la comprometió en gestión de matrimonio. Y como el señor Arévalo era juez, inmediatamente la convenció de que ya estaban casados. Es curioso que él ya tuviera lista el acta de matrimonio, firmada por el juez del Registro Civil”.

Más adelante, nuestro coronel se traslada en cargo de autoridad a Ciudad Juárez; vemos que las vocaciones de los lugares perduran, porque luego de varias situaciones donde la Muerte hace sólo una presencia lateral, alcanza por fin a Arévalo en alguna cantina de mala fama, a manos de un desconocido, para que las balas que le estaban destinadas hicieran blanco en su humanidad. Cito:

“Era viernes, pero Arévalo murió el sábado, y en la autopsia se comprobó que, en efecto, habían sido dos balazos los que recibió el cuerpo, pero los tiros habían entrado en el mismo sitio, por lo cual, la segunda bala hizo penetrar más la primera…”

Lo increíble de la imagen de una bala empujando a la otra, la fatalidad presente en el relato, remite por necesidad a Martín Luis Guzmán. Sin embargo, no es sólo en este trabajo donde la Revolución o las balas son protagonistas: el relato que mencioné anteriormente, Yo trabajaba… más adelante viene a ser una descripción minuciosa y emocionante de la frustrada huida del tren presidencial de Carranza hacia Veracruz, con lujo de detalles militares que sólo podía proporcionar alguien que participó en acciones bélicas, y que olió de cerca el humo de la muerte.

Encontramos coincidencias con Chava Flores en los relatos que hacen crónica social, en la manera de retratar a los personajes populares, en la forma de recrear el habla de los habitantes de las ciudades de principios de siglo, que poco a poco se irán poblando de entes pintorescos como los que aparecen en La Carga. Sin embargo el más logrado de los relatos en ese sentido es En 1900, mi padre se sacó la lotería… que por sí solo merecería un análisis detallado tanto por la riqueza de su contexto histórico y social, como por el caracter de sus protagonistas que oscilan entre los de la picaresca española y los del Rosario de Amozoc.

El laconismo y la crudeza de Rulfo, la pincelada eficaz de lo real maravilloso, los muertos parlantes, todo ello lo encontramos en El ataúd, relato muy breve que sin embargo nos conmueve en una cuartilla con la escalofriante resignación de su personaje.

En Y el muerto murió, donde de manera sarcástica se hace referencia a las enfermedades y a la agonía que precedieron a la casi interminable muerte de Franco, la poesía está presente. Compruébese esto leyendo como poema el patético listado de dolencias e intervenciones médicas del dictador. De la misma forma, como prosa poética habrá de leerse El Pastor, vivaz proclama antirreligiosa, donde de manera descarnada, desnudando la hipocresía del sacerdote -versículos bíblicos de por medio-, Juan de la Cabada arremete contra esa forma del corrupto poder que se escuda entre los rezos y el pase de charola.

Podría seguir mencionando ejemplos de influencias literarias, musicales o cinematográficas en estos relatos de Juan de la Cabada. Lo más importante, sin embargo, es que ya los tenemos, que son nuestros, que están aquí, y han sido publicados. Algo que se encontraba en la oscuridad ha sido dado a la luz, y revelado a nuestros ojos y mentes. Cosa de agradecerse a quienes hicieron esto posible: universidades, gobiernos e institutos. Enhorabuena por la cultura mexicana, enhorabuena por Juan de la Cabada a los casi ciento diez años de su nacimiento.

Nuestro patrimonio literario, en un país que ha dado al mundo grandes escritores, se ve felizmente incrementado con estos relatos. Y esa es una buena noticia.

Roberto Mendoza Ayala

viernes, 28 de agosto de 2009

PLANTAR

Tus pies, tierra firme a medianoche,
son la manera que tengo
de no perder el piso entre sueños.

Antípodas de tus ojos,
se plantan ligeros sobre mis plantas
y como tus ojos, acarician
con fuego lento y sostenido.

Sobre tus pies
en simetría camino
mientras tus pies levantan
ese planeta tuyo
a donde suelo volar en nocturno.

Milagro plantar:
en espejo de agua nuestras huellas coinciden.

Muevo un dedo, eres ninja y te anticipas,
encuentro un feroz durazno a la vuelta de un pliegue.

Despierto, siento tus pies y bendigo:
“estás aquí, colgada de mí, asida a mí…”

Entonces froto tus pies con los míos
y como lámpara de los deseos
se desparrama el día.

martes, 4 de agosto de 2009

DE NUBE INQUIETA

De nube inquieta,
de algún silencio que en el sueño es grito,
de insospechada altura
bajaste.

Pudiendo caer a medio océano
y perderte en confusión de olas y encajes,
viniste a dar aquí,
precisa entre mis brazos
abrazando la luz antorcha
de tu cuerpo,
a media noche parida.

El grito soterrado que acallé
en la confusión del sálvese quien pueda,
devino en fractal susurro
que se diluyó en la ramificada espesura.

Una y otra y otra y otra vez saboreo
el golpe súbito,
el instantáneo incendio
que provocó tu inesperada acometida,
cuando la oscuridad huyó a trancos.

Evoco las dulces brasas, tus rescoldos
perfumando el alba.

lunes, 13 de julio de 2009

PRONTA Y EXPEDITA

Como que este país no puede ya darse el lujo de interrumpir la impartición de justicia con motivo de ¡vacaciones!

Urge que los legisladores revisen cómo le vamos a hacer, pues es absurdo que se detengan los procesos quince días o un mes, dos a tres veces por año, en todos los ámbitos.

Eso para nada es acorde con el ideal de justicia pronta y expedita. Menos en las condiciones de urgencia en que vivimos.

Si hay que pasar por encima de sindicatos o abolir abusivas "conquistas laborales"...pues hay que hacerlo, pero ya.

miércoles, 17 de junio de 2009

METZERI

METZERI

Me pides un poema.

“Miren, –dirás- tengo un padre poeta:
ha logrado unos versos
que, leyéndolos,
lo hacen a uno vivir para siempre.

Nadie como él
sabe describir la noche
en que nací,
cuando atravesamos ululando
la ciudad del dios
de la cabeza inclinada.

Ocho de abril, 1996, 22:35 horas,
las jacarandas destellaban.

Antes de salir escuché mi nombre:
era él que resignado me bautizaba,
mientras en su mano sostenía mis primeros mil gramos.

Miró de reojo a mi madre,
ella estaba en un grito.”

Yo sé: quisieras mejor
que este poema
hablara de la vida de tus ojos,
de la pícara sonrisa
que es el cetro
de tus ochenta amigos.

Pero hay palabras
que no debemos olvidar
aunque se remojen en cada escena:

la incubadora

el hospital

el hospital

el rumor del oxígeno en la noche

el diminuto puño
apretado hasta rehacerte
con las uñas clavadas,
la línea entera del destino.

tus manos y tus pies alfileteados,
sujetos con mangueras y cables,
como una valiente Gulliver
atrapada en el país de las cofias.

tus cicatrices, mías, todas…

(¿Ves lo que te digo?)

Yo sé: quisieras mejor
que hablara de tus luces,
de tus modales con gracia,
del arco iris que te nimba
en cualquier estación.

Del día cuando sin querer
te nos apareciste en la tele.

O de tu figura armoniosa…

Pero hay que recordar también
los montes claros,
el camino de la escuela,

yo acariciaba tu mano herida
antes de cruzar la calle,

este callejón de poesía
a donde ahora me llevas,

con vericuetos, y esquinas:

Las casas llenas de gorjeos
donde vivimos.

Las ciudades que visitamos.

Los mares y albercas que te escucharon reír
buceando en sus atardeceres.

Tu hermano y tú danzando
juntos en la tierra, zumbando en las alas
de los aeroplanos

Te advierto que hoy tienes trece
y aquí permanecerás en ese encanto,

no importa que mañana

alguien llegue a tu rescate

con otro poema.

miércoles, 10 de junio de 2009

¿VOTO EN BLANCO?

¿Voto en blanco? Cuestión de que los dirigentes partidistas se pongan abusados para aprovecharlo.

Muchos estaríamos dispuestos a votar por cualquier candidato a diputado, de cualquier partido, que nos ofrezca por escrito y ante notario, promover iniciativas legislativas que propongan:

a)Reducir de manera sustancial el financiamiento a los partidos.

b)Reducir a la mitad la cantidad de diputados.

c)Eliminar las candidaturas plurinominales.

d)Reelección de diputados, alcaldes y jefes delegacionales.

Esas propuestas sí nos interesan a los ciudadanos. Con un solo partido que hiciera suyas las iniciativas de los promotores del voto blanco, todos ganaríamos.

viernes, 1 de mayo de 2009

CURRICANEANDO EN EL CHUMPÁN




Cuando viajas por la carretera que va de Emiliano Zapata, Tabasco, hacia el río Chumpán, en Campeche, se van cruzando por el camino algunos compañeros de paisaje. Por ejemplo los guaraguao, aves combinación de águila con buitre que acechan desde los árboles a la orilla de las carreteras, para alimentarse de los despojos de cualquier animal que pudiera ser atropellado.

Su menú consiste en tejones, mapaches, liebres, iguanas, tepezcuintles, zorrillos, coyotes, puercoespines, e incluso aves como los tapacaminos, pájaros singulares que acostumbran no moverse de su sitio aunque el mundo les pase por encima con todo y llantas.

No se piense que uno va alegre por ahí, masacrando especímenes como los que he mencionado. Sin embargo es inevitable que cada tantos kilómetros de pavimento se encuentren los restos diseminados de cualquiera de ellos.

Amanece y el sol apenas comienza a levantarse en medio de la bruma que convierte de ensueño el paisaje horizontal salpicado de árboles y de palmeras.

De forma equivocada, los campesinos han desmontado sus selváticas parcelas mediante la quema, -hectáreas enteras-, para dar paso a los pastos que en los meses siguientes alimentarán a un ganado que para estas fechas se está muriendo ante nuestros ojos por la sequía.

Las pieles y cornamentas abandonadas, los animales moribundos, se cuentan por decenas a la orilla de la carretera, desde que salimos de Zapata. Las zonas de potrero presentan en su mayoría un color dorado y la lluvia no llega. Hay quienes tienen pozo, riego o tecnología y mantienen extensiones verdes bien cultivadas. Irónicamente, junto a los alambrados que preservan estos ranchos hay gran cantidad de reses muertas.

Al llegar a nuestro destino, un pueblo situado debajo de un puente junto al río, subimos a una lancha las hieleras, las provisiones y las cañas. El río tendrá en su parte más ancha unos dos kilómetros de orilla a orilla. Pero el ancho promedio es de unos trescientos metros. El Chumpán desemboca cincuenta kilómetros abajo, en la Laguna de Términos.

La orilla está bordeada de mangles blancos casi en su totalidad; éstos hunden sus raíces en el fango, proporcionando cobijo a gran variedad de animales. Todo es un continuo de follaje verde, palmeras, lirios, plátanos, mangos y árboles de flores, frutos y maderas exóticas.

Desafortunadamente, a pesar de esta explosión vegetal propiciada por el agua, en grandes tramos se puede apreciar que la selva termina a no más allá de unos metros de la orilla, debido a la quema que he descrito.

El tipo y tamaño de los peces que uno encuentra está en función de su proximidad a la orilla y la profundidad del río. A la mitad encontrará uno las especies más grandes, entre ellas los sábalos, peces robustos que sin embargo parecen no ser tan apreciados como alimento en la zona, debido a que su carne tiene gran cantidad de espinas, por lo que generalmente se les cocina desmenuzados, en “minilla”.

Entre el centro y la orilla, uno podrá pescar los robalos, esos sí muy codiciados por su carne limpia y de excelente sabor. Recuerdo haber visitado este mismo lugar hará unos quince años, y la pesca en esos días era abundante y de muy buen tamaño: los robalos que obtuvimos entonces pesaban cuatro o cinco kilos. En esta ocasión hubimos de conformarnos con ejemplares de algo más de 500 gramos.

Andrés, nuestro lanchero, explica que lentamente han ido terminando con la antigua abundancia algunos inconscientes que a pesar de estar prohibido, pescan con grandes redes de malla chica, que se llevan prácticamente todo cuanto encuentran por el río, no dando oportunidad a los ciclos de reproducción natural.

Las mojarras se localizan en lugares frondosos, escondidas entre las raíces de los mangles, donde es posible pescarlas con un sedal de mano y algo de paciencia. Carnada: corazón de res. Aunque suene repulsivo, a las mojarras les encanta esta víscera, y pudimos obtener con ella algunos ejemplares de las variedades Roja y Castarrica; éstas últimas de aspecto atigrado.

También entre las raíces habita una gran cantidad de jaibas, de coloración entre azul y roja, que se alimentan de los desperdicios de los peces, y de los animales muertos. Junto con los bagres, los peces bigotudos que todos conocemos, las jaibas se encargan de mantener la limpieza de los bajos fondos.

El agua aquí, por increíble que parezca, es salada pues por ser temporada de “secas” el mar penetra río adentro los cincuenta kilómetros que mencioné, y aún más. De ahí la profusión de mangles, especie vegetal habituada a la salinidad y que yo ubicaba más bien muy cercana a la costa.

Por motivo de la entrada de mar, los pescadores han avistado en esta temporada algunos tiburones surcando las tranquilas aguas de tierra adentro.

Otro temor: los lagartos. El año pasado hubo una crecida tal que desbordó numerosos pantanos y lagunas interiores que son hábitat natural de los caimanes. Estos reptiles entonces se diseminaron por el río Chumpán, y algunos otros, provocando que en las aldeas situadas en sus orillas, los padres prohíban a sus hijos bañarse sin vigilancia en sus aguas, como lo habían hecho hasta antes de la crecida.

Observamos grupos de cuatro a seis turistas en lanchas confortables, con chaleco fosforescente, toldo y buenos implementos, pasando rápidamente junto a nosotros, haciendo olas, dirigiéndose cada quien a los lugares “secretos” donde todavía es posible capturar buenos ejemplares de pesca.

Por nuestra parte nos dedicamos, con bastante éxito, a “curricanear” desde nuestra modesta lancha: pescar engañando al pez con una cucharilla brillante que va girando o vibrando conforme la embarcación se mueve lentamente y en paralelo a unos metros de la orilla.

Por su voracidad, el robalo se engancha con el anzuelo al confundir el currican con un pequeño animal de colores vivos. Alberto llevó varias cajas llenas de las clases más variadas de curricanes que pueda uno imaginar: de arco iris, con pluma, plateados, dorados, en forma de pez o de insecto; amarillos, rojos, etc. En tres días de pesca los utilizamos todos.

Hacia las doce del día los peces quizá se van a trabajar o a echar la siesta, pues es hora en que ya no pica nada. El sol empieza a calar duro y advertimos que es hora de retirarnos. Regresamos con el motor a toda marcha hacia la aldea. Al llegar, Andrés extrae las vísceras de los pescados con un machete, y ya limpios son cargados en las hieleras y subidos a la camioneta, junto con toda nuestra parafernalia de cañas y anzuelos.

Desmañanados, insolados, cansados, pero contentos, nos dirigirnos hacia la fresca palapa del rancho de Horacio, donde nos esperan unas estupendas puntas de filete a la mexicana. Por cierto que aquí, en Campeche, los filetes suelen ser de venado.


lunes, 6 de abril de 2009

LLEGÓ ABRIL

POR AQUÍ PASÓ

Ataviada de jacarandas
llega abril y su poesía,
con explosión de lilas y reflejos.

El alba se me aparece sobre la almohada:
eres tú lloviendo flores en el corazón,
enlluviándome
con esas pestañas largas
que acarician la mañana.

En tus ojos,
huellas de la noche entintada y caliente dicen:
por aquí pasó.

Sobre las plumas describes el plan,
las argucias y los atajos que siguen,
mientras crepito en suavidades que me prenden
como besos de agua viva.

Tus manos no dan reposo
sino hasta la rendición fortuita
o el encuentro.

lunes, 30 de marzo de 2009

JAIME SABINES, ANIVERSARIO LUCTUOSO

INTERVENCIÓN DE ROBERTO MENDOZA AYALA
CASA JAIME SABINES, CIUDAD DE MÉXICO MARTES 24 DE MARZO DE 2009

Existe una sola razón para la poesía, que los que escribimos pretendemos secreta, y que consiste en lanzarnos con todo y chivas hacia el futuro. Llámese afán de inmortalidad o simple curiosidad por anticiparnos al qué dirán de nosotros en nuestro sepelio.

Paradójicamente, quienes estamos aquí reunidos con motivo de la muerte de Jaime Sabines, lo hacemos en ambiente festivo. Se lamenta, sí, la ausencia de su figura poderosa en nuestras letras. Sin embargo, se festeja el cúmulo de palabras e inteligencia fulgurante que nos legó y que sólo se extinguirá, acaso, el día de nuestro fin como especie sobre la Tierra.

La poesía de Sabines es supernova cuya luz viaja, traspasa, y se refleja. Poesía relámpago: grieta que se abre inesperada en la pared del mundo. La luz que hoy vemos, intensa y prodigiosa, llega hasta nosotros desde el pasado y seguirá brillando mucho tiempo, trascendiendo el nacimiento y la muerte del ciudadano Jaime Sabines, así como también la muerte de cada uno de los aquí presentes. Y todavía después de eso, poesía quedará para testimonio de la humana existencia.

Para conmemorar apropiadamente a Jaime Sabines en estos aniversarios, deberíamos medir su tiempo en años luz.

Me despido leyendo un poema suyo:

ME DUELES

Me dueles.
Mansamente, insoportablemente, me dueles.
Toma mi cabeza, córtame el cuello.
Nada queda de mí después de este amor.
Entre los escombros de mi alma búscame,
escúchame.
En algún sitio mi voz, sobrevive, llama,
pide tu asombro,
tu iluminado silencio.
Atravesando muros, atmósferas, edades,
tu rostro (tu rostro que parece que fuera cierto)
viene desde la muerte, desde antes
del primer día que despertara al mundo.
¡Qué claridad tu rostro, qué ternura
de luz ensimismada,
qué dibujos de miel sobre hojas de agua!
Amo tus ojos, amo, amo tus ojos.
Soy como el hijo de tus ojos,
como una gota de tus ojos soy.
Levántame. De entre tus pies levántame, recógeme,
del suelo, de la sombra que pisas,
del rincón de tu cuarto que nunca ves en sueños.
Levántame. Porque he caído de tus manos
y quiero vivir, vivir, vivir.

jueves, 5 de marzo de 2009

¿REHABILITACIÓN?

Lo he sugerido en otras ocasiones y lo reitero: la única manera segura y eficaz para aplicar la pena de prisión consiste en el aislamiento individual y absoluto de los reclusos.

Hechos vergonzosos como los sucedidos ayer en la cárcel de Ciudad Juárez, y que cobraron la vida de 20 presos, sería imposible que ocurrieran si se eliminara la convivencia entre ellos.

Vale ya la pena que se considere si como sociedad estamos haciendo lo correcto al fomentar y pagar con nuestros impuestos una supuesta rehabilitación de los delincuentes, que en los hechos jamás se da.

Hago un llamado a nuestros diputados para proponer una iniciativa que transforme de raíz los reclusorios y el sistema carcelario, que tenga como base la no convivencia entre los detenidos, para preservar a toda costa la integridad física de éstos, y para hacer nula toda posibilidad de reciclaje criminal.

lunes, 16 de febrero de 2009

LA BALA VA A LA FIESTA

Viejos ritos y nuevas deidades del mexicano en las fiestas de su muerte.

Lo ritual es de naturaleza instintiva. En México vivimos una regresión hacia lo primitivo cuanto más nos acercamos a la emoción, a lo simbólico, y nos apartamos del razonamiento.
Grandes sectores de la población, con una formación intelectual deficiente, sin una base de ideas sólidas, se comunican entre sí y viven casi solamente a través de imágenes simbólicas; algo que evoca el pensamiento mágico y los códigos con que se transmitía el conocimiento y se mantenía el poder religioso en algunas culturas antiguas.

Sería injusto y absurdo limitar u otorgar el grado de “civilizadas” solamente a nuestras sociedades modernas basándonos en el bagaje intelectual o el refinamiento cultural alcanzado por éstas: ejemplos de salvajismo y deshumanización en la época contemporánea abundan, más que el número de hazañas de la razón.

La utilización de símbolos primigenios, si bien de conocida eficacia y de altísimo contenido sintético, nos regresa a las etapas primarias del hombre, aquellas en las que se depende solamente del instinto para sobrevivir, haciendo a un lado la reflexión, característica esencial de lo humano.

En las etapas sórdidas de los pueblos donde la guerra, la muerte o la destrucción se enseñorean de éstos, el resurgimiento de símbolos, mitos, festejos y deidades de naturaleza sacrificial, eventualmente rescatados de los panteones de la historia, va aparejado con el grado de violencia e intolerancia inoculado entre la gente.

La prevalencia de la imagen sobre el razonamiento, explicaría en algo la reincorporación de antiguos ritos y divinidades a nuestra sociedad. Éstos se han reciclado para ofrecernos de nuevo toda su fuerza, asociados de manera natural al carácter emotivo de los actos y fiestas tribales de nuevos grupos constituidos alrededor de supuestos de sobrevivencia y no de convivencia.

Decapitados, mutilados, fusilamientos masivos, carnicerías. En los últimos años México ha vuelto a ser el país de la barbarie: una violencia que pensábamos superada luego del interminable ciclo de guerras floridas, conquista, rebeliones locales, Independencia, invasión norteamericana, Reforma, invasión francesa, Revolución, guerra cristera y guerra sucia.

Quedará en el país la memoria de la guerra contra el narcotráfico como una de las más sangrientas, con su correspondiente producción de muertos –más de 9000 desde diciembre de 2006 hasta enero de 2009, y contando –, tanto que ya es lugar común comparar el número de nuestras víctimas con los solamente 3900 norteamericanos muertos en los cinco años que van de la guerra de Irak (unos cuantos miles de civiles iraquíes parecen ser enteramente olvidables para la estadística).

Es largo y morboso escarbar en los detalles de cada una de las ejecuciones que se están llevando a cabo en México: hay muertos por todos lados, de muchas formas, y por todos los motivos imaginables.

Desde el músico de pueblo sospechoso de engatusar a la novia del jefe de la banda local; pasando por la muchachita que no llegó a tiempo con el encargo de dos kilogramos de mariguana; siguiendo con el policía corrupto que dicen delató a sus patrocinadores; el narcomenudista que no llegó a entender para quién trabajaba, ni por qué se le iba a matar; el otro que creyó fácil quedarse con la mercancía o el dinero de su jefe muerto o capturado; hasta aquel que desconcertado escucha a sus antiguos amigos pedirle perdón mientras lo torturan, antes o después de soltarle una ráfaga de balazos, y antes o después de cortarle un dedo, la cabeza, la lengua, o el pene.

Este comportamiento se ha generalizado hasta en los delincuentes que nada tienen qué ver con el narcotráfico: algunos asaltos o latrocinios que antes se ejecutaban casi siempre con saldo blanco, ahora son acompañados de violaciones, torturas y asesinatos tan inútiles como llenos de significados por la manera en que se realizan.

Prevalece lo ritual, la fiesta, la ceremonia, el aparente respeto hacia la víctima antes de sacarle el corazón para después aventar los despojos escaleras abajo del templo.

Escabechándose al enemigo
Vale recordar aquí las fiestas de Xipe-Totec, el Dios Desollado, cuando los sacerdotes aztecas despellejaban cuidadosamente a los sacrificados para vestir su piel durante la fiesta –y veinte días más –, como si fuese un overol; la sangre ahí vertida era mezclada con amaranto, y con la masa resultante se hacían figuras que asemejaban a los muertos. Dichas figuras eran repartidas entre el pueblo, que jubiloso se comía las viandas, literalmente a modo de comunión, y tal vez como una manera instintiva (y por ritual, respetuosa) de afirmar la superioridad ante los enemigos.

Tan frecuentes eran tales fiestas, y en ellas, el reparto de esas grotescas alegrías (que es como se conoce actualmente al dulce elaborado mezclando semillas de amaranto y miel de piloncillo), que Hernán Cortés impuso pena de muerte para todo aquel que cultivase la planta, casi logrando su extinción como especie botánica.

La cultura de la muerte al parecer no nos ha abandonado desde que los mexicanos no éramos más que grupos de cazadores y recolectores dispersos por el territorio. Hoy florece en todo su esplendor, y se expresa de las formas más terribles; es sangre que no se acaba: los criminales ahora hacen pozole o barbacoa con los cadáveres (Es decir, alimentos que se preparan y consumen generalmente en ocasiones festivas), y de vez en vez aparecen evidencias de canibalismo.

¿Una cabeza es un cadáver?
Aparte del canibalismo ritual o literal, cada vez es más común entre los mexicanos la práctica del descabezamiento, la decapitación, algo que considera el mayor escarnio o humillación para el vencido, y que produce un alto grado de horror y desaliento entre los rivales.

Los antiguos guerreros mesoamericanos colocaban en estacas de madera afiladas los cráneos de los enemigos sacrificados. Un conjunto grande de estacas colocadas en hileras, con las cabezas apiladas de a cuatro por vara, constituía un tzompantli. Solamente en la Gran Tenochtitlán, las crónicas señalan hasta siete de estos altares distribuidos por la ciudad.

El uso de cabezas cortadas para intimidar o desalentar al potencial enemigo fue práctica corriente en nuestra Guerra de Independencia. Al sacerdote insurgente Miguel Hidalgo y Costilla que fue hecho prisionero y eclesiásticamente degradado, execrado, y juzgado de manera civil para luego ser fusilado, le fue cercenada la cabeza. Ésta se envió a Guanajuato conservada en sal, para colocarse en una jaula de hierro en una de las esquinas de la Alhóndiga de Granaditas; lugar donde se exhibió por años junto con las de Allende, Aldama y Jiménez, para escarmiento de los guerrilleros.

Los nuevos tzompantlis ahora son mediáticos: exhibidas en YouTube o entregadas por paquetería, las cabezas sirven como trofeos o como advertencia. Son dejadas en salones de baile o en playas concurridas; arrojadas frente a comandancias y cuarteles; cabezas a su vez mutiladas, con mensajes escritos sobre papel (casi siempre con faltas de ortografía y mala sintaxis, encubriendo, vaya uno a saber si por casualidad, al intelectual autor del crimen), o con partes del cuerpo embutidas en la boca o en los ojos.

Uno de los principales tzompantlis del mundo mesoamericano, un literal “muro de calaveras”, asociado no sólo con las guerras sino con las fiestas religiosas del sangriento Juego de Pelota, se encontraba en Chichén-Itzá, en las cercanías de la actual Mérida.

En esa misma ciudad, lugar tradicionalmente pacífico al grado que en son de broma hasta hace poco cualquier mexicano afirmaba que “si el mundo se acaba me voy a Mérida”, a fines de agosto se produjo un asesinato colectivo donde las víctimas, doce personas, fueron decapitadas. Los cuerpos fueron colgados hasta desangrarse por completo (¿para qué?), y posteriormente apilados y abandonados. Las cabezas fueron dispersadas a kilómetros de los cadáveres.

¡Tengan sus santitos!
El movimiento cristero, provocado por la decisión del presidente Plutarco Elías Calles de descatolizar al país, es decir, la intención de suprimir junto con la práctica religiosa el caudal de fiestas que hasta la fecha son razón de la existencia para millones de personas en México, abunda en ejemplos de barbarie.

En Los Recuerdos del Porvenir, novela fundamentalmente autobiográfica de Elena Garro, ubicada durante la guerra cristera en un pueblo imaginario denominado Ixtepec, se presentan de manera paralela situaciones de fiesta y muerte, escenas de teatro y fusilamientos. Es también la narración de cómo los mexicanos asistíamos entonces de manera inevitable, ya fuese como participantes u observadores, a las grotescas ceremonias de la muerte; un espectáculo interminable de ejecuciones y torturas.

Ya el historiador Jean Meyer, en su obra La Cristiada*, especifica las múltiples maneras de ajusticiamiento disponibles en la época:

“Todos los Cristeros a quienes se hacía prisioneros eran pasados por las armas. La pena de muerte era también el castigo de quienes ayudaban a los rebeldes, de los que propalaban falsas noticias, y hasta de los que hacían bautizar a sus hijos, asistían a las Misas clandestinas o se casaban por la Iglesia. Los civiles sucumbieron en más de una ocasión, víctimas de matanzas colectivas. En Tenanzingo todos los lunes había fusilamientos y muertes en la horca, en público…”


“La tortura se practicaba sistemáticamente, no solo para obtener informes, sino también para hacer que durara el suplicio, para obligar a los católicos a renegar de su Fe y para castigarlos eficazmente, ya que la muerte no bastaba para asustarlos. Caminar con las plantas de los pies en carne viva, ser degollado, quemado, deshuesado, descuartizado vivo, colgado de los pulgares, estrangulado, electrocutado, quemado por partes con soplete, sometido a la tortura del potro, de los borceguíes, del embudo, de la cuerda, ser arrastrado por caballos... Todo esto era lo que esperaba a quienes caían en manos de los federales”.

Asistir a un fusilamiento o a un ahorcamiento público, en fechas especialmente señaladas y obligatorias –para que lo pudiera observar el mayor número de personas –, era todo un acontecimiento donde los balcones de las casas principales que daban a las plazas, abrían sus puertas para que las señoritas no perdieran detalle de las ejecuciones.

Abajo, el pueblo llano, el peladaje, observaba y participaba de las más diversas maneras en la amarga pero desmadrosa ceremonia, aunque los condenados a muerte fueran de los suyos: no faltaban los insultos, los gritos, los silbidos. Había que manifestarse con relajo –ya qué – a favor del vencedor, de la autoridad en turno. Corrían de manera abundante el tequila y el mezcal, exaltándose los ánimos que eran brutalmente llevados al clímax con cada una de las ejecuciones. A la mañana siguiente, las dos crudas…

La multitud de cristeros martirizados en aquella época, algunos cuyo único mérito fue haber recibido la muerte de forma atroz, sirvió como excelente filón de nuevos nombres para agregar al atiborrado santoral de la Iglesia Católica en el siglo XXI. Lo cual para fines prácticos sólo implica…más fiestas.

La bala va a la fiesta
En Sinaloa –uno de los estados que mayores problemas tiene con la violencia asociada a la producción y el tráfico de drogas, y que ha generado toda una cultura de la delincuencia –, en las fiestas de Fin de Año hacia la medianoche se reúnen multitudes de personas armadas que salen de sus casas para celebrar disparando cada quien doce tiros al aire (algunos lo hacen de manera continua por doce minutos), en una ruleta rusa de balas perdidas que increíblemente casi nunca cobra víctimas.

No ocurrió así en el Estado de México, en el municipio de Ocoyoacac, donde el pasado mes de septiembre veinticuatro certeros balazos segaron la vida de igual número de albañiles, presuntamente constructores de un túnel clandestino en la frontera con los Estados Unidos.
Todos los muertos ultimados a manos de una persona, con una sola pistola; algo que nada tiene de ajeno para nosotros si nos remitimos al relato La Fiesta de las Balas de Martín Luis Guzmán, incluido en su novela El Águila y la Serpiente.

En él se cuenta cómo el general villista Rodolfo Fierro, apodado El Carnicero, decide fusilar personalmente a 300 soldados orozquistas capturados en una batalla, para escarmiento de los federales prisioneros que buscaba adicionar a su tropa.

Leyenda con visos de realidad, pues el hecho histórico es que al militar le gustaba disparar a la menor provocación**, del relato se deduce que Fierro ofrecía al menos la remota posibilidad de salvación si su puntería fallaba mientras el prisionero intentaba escapar tratando de saltar una barda.

En Ocoyoacac, los veinticuatro albañiles fueron asesinados atados de manos e hincados, sin la menor oportunidad de escape o defensa: un auténtico festín para su verdugo; algo que no podemos imaginar sin evocar la famosa fotografía de Edgard T. Adams, donde el jefe de la policía de Saigón ejecuta de un disparo en la sien a un maniatado prisionero Vietcong.

La Muerte Unisex
Existe un inquietante paralelismo entre la antigua dualidad prehispánica Mictecancuhtli-Mictecacihuatl –Señor y Señora de la Muerte, guardianes del Mictlan o región de los muertos–, y el moderno culto a la imagen de la Santa Muerte, prohibido en México tanto por autoridades civiles como religiosas (La clandestinidad confiriéndole el halo de misterio que en algo habrá contribuido a su propagación).

La Santa Muerte, en efecto, se torna masculina o femenina de acuerdo a las circunstancias o sexo de los creyentes. En ocasiones su atuendo es de mujer con reminiscencias de novia, en otras es un esqueleto vestido con hábito de monje y guadaña. Sus devotos, en la dulce costumbre del lenguaje heredada de los antiguos mexicas, la nombran con diminutivos: Flaquita, Santita, Mi Chiquita, etc.; finalmente es un ente de naturaleza dual cuya fiesta se celebra el 1º de noviembre, día de los muertos niños.

Como en toda fiesta que se respete, a la Niña Blanca en su día le ofrecen antojitos, bebidas alcohólicas, tabaco y hasta mariguana. Los más comprometidos, aquellos que por alguna circunstancia le deben favores, la festejan llevándole mariachis para cantarle “Las Mañanitas”.

Los fieles de este culto afirman que el principal precepto de la Santa Muerte es el respeto. Y con todo respeto le rezan como platicando con su mejor amigo, pidiéndole consejo o protección antes de acometer acciones temerarias que ponen en riesgo su vida, ya que por mayoría, sus adeptos son personas con actividades peligrosas como los policías; aunque sus contrapartes criminales la honran igualmente, pidiéndole como favor eliminar al contrario, en un macabro juego de malos deseos donde la realidad es que nadie sabe cuándo ni cómo saldrá perdiendo.

A mediados de 2008, Jonathan Legaria Vargas, comandante Pantera, uno de los principales sacerdotes del culto a la Santa Muerte en México, murió violentamente atravesado por más de cincuenta balas cerca del templo donde erigió una estatua de la Santita de 22 metros de altura. La imagen se yergue a la vista de todos los automovilistas y transeúntes que cruzan por la Vía José López Portillo, en Tultitlán, Estado de México, sin que a la fecha ninguna autoridad se haya interesado por solicitar su desmantelamiento alegando, al menos, la falta del permiso de obra. No vaya a ser la de malas…

* Meyer, Jean. La Cristiada. FCE/CLIO. Colección Tezontle. 1ª Edición. 384 pp. México, 2007

**Por su proclividad a resolver las disputas a tiros, Rodolfo Fierro provocó un conflicto internacional entre México e Inglaterra al ajusticiar personalmente al ciudadano y ranchero inglés avecindado en Chihuahua William S. Benton cuando éste acudió en 1914 a los cuarteles de Villa en Ciudad Juárez para reclamar la devolución de unas tierras…que Benton había arrebatado.


martes, 10 de febrero de 2009

¡TALAMONTES MONARCA!

Cerro Pelón, Michoacán. Literalmente.

Ascendemos a lomo de caballo, internándonos en el bosque a partir del poblado de Macheros, municipio de Donato Guerra, en el Estado de México. A la media hora de camino el guía nos señala en la espesura la línea divisoria entre los estados de México y Michoacán, frontera meramente imaginaria y convenida entre los lugareños. ¡Al fin en Michoacán…otro poco y llegaremos hasta donde las mariposas!

Nuestro guía conoce la ubicación exacta, este año y en esta zona, de los árboles donde se han posado un estimado de veinte millones de mariposas Monarca. Espectáculo que anualmente atrae a miles de turistas de Europa y los Estados Unidos a la región, así como también es motivo de investigaciones con presupuestos y donativos generosos por parte de universidades e instituciones nacionales y extranjeras.

Algo llama poderosamente mi atención cuando nos adentramos en Michoacán: aquí y allá, junto al improvisado camino, se aprecian los gruesos tocones de lo que debieron ser árboles centenarios, cortados de tajo. Más adelante, tapizan la vereda cientos de tablones de todos tamaños que los talamontes desecharon por ignoradas razones. Hago una apreciación rápida: cualquier árbol con más de 50 centímetros de diámetro ha sido asesinado. O eso creía yo. El grado de destrucción es asombroso. -Este apenas lo cortaron anoche, me dice el guía, señalándome un pedazo de madera no más ancho que mi muslo -¿Pa qué les va a alcanzar este tronquito? si acaso para la pata de una mesa…

A cincuenta metros de donde este año anidaron las mariposas (la descripción del espectáculo merece una crónica aparte), camino sobre la viruta tierna de árboles cortados con motosierra hará un par de días, de acuerdo a los ejidatarios que guardan el acceso final a la zona de la Monarca. Ellos afirman que de la tala mejor ni averiguan porque los matan. Observo unos tablones de color rosado, perfectamente apilados, que se distinguen entre todo el camposanto en que se va convirtiendo la “Reserva” del lado michoacano.

De regreso, tanto entusiasmado como entristecido, a la mitad de la montaña nos cruzamos con cuatro mozalbetes -uno de ellos esconde apurado una escopeta entre sus ropas- que arrean varios bueyes. ¿Hacia dónde van? –pregunto. Se me explica que llevan a pastar a los animales. A mí más bien me parece que van por la pila de tablones.

Pero hay algo que indigna todavía más: aquí hasta los caballos saben que existen dos pueblitos ubicados en la falda de Cerro Pelón, llamados El Campamento (¡) y el Rincón, donde viven los taladores ilegales, quienes venden en Zitácuaro la madera que alcanzan a sacar de aquí a pleno día. No entiendo qué están esperando las autoridades michoacanas para desmantelar dichos lugares y acordonar con el ejército y con guardabosques el puñado de hectáreas de la Reserva. Aquí también aplica –y mucho- el si no pueden, renuncien.

Pienso de inmediato que alguien no está haciendo su trabajo. Pienso en el gobernador Leonel Godoy y en el dejar hacer. Pienso en la corrupción. En cuánto dinero vale darle en la madre a lo que no es mío ni de los michoacanos, ni de los mexicanos, sino de la humanidad. Pienso en callarme, al fin que tal vez he sido uno de los últimos privilegiados que han podido observar en todo su esplendor el espectáculo de la mariposa Monarca, algo que atesoraré toda la vida. Supongo que eso debería bastarme.

lunes, 26 de enero de 2009

YO DISMINUÍDO

Tú, que no recuerdas mi nombre
cuando ya he olvidado el tuyo…

Del fango de la memoria
levemente sacudes el menaje
en una vibración como de tundra.

Pertinaz neblina,
no esclarecen los instantes de luz
tu fugaz presencia.

De lejos pareces más tú:
Así estás bien, caricia yerta.
Sigues siendo mía,
cantando unos años que ya no son.

Quedarán en hueco las posibilidades,
la rama trunca que jamás nació
del árbol torrente de nuestra vida.

Puedo imaginar que arrastro
el ala rota de un verso,
un planeta que estalló en silencio
sin más testimonio
que su frustrado intento de aurora.

Sangro mi piel y escarbo en mis ojos
para encontrar de ti lo que de cierto queda.

Tiemblo de pensar que ya no existas,
te hayas llevado en la caída
el pedazo de imaginación que me compone,
y este yo sea un yo disminuido.

Quién sabe, a estas alturas,
cuál es el frente del espejo.