Tus pies, tierra firme a medianoche,
son la manera que tengo
de no perder el piso entre sueños.
Antípodas de tus ojos,
se plantan ligeros sobre mis plantas
y como tus ojos, acarician
con fuego lento y sostenido.
Sobre tus pies
en simetría camino
mientras tus pies levantan
ese planeta tuyo
a donde suelo volar en nocturno.
Milagro plantar:
en espejo de agua nuestras huellas coinciden.
Muevo un dedo, eres ninja y te anticipas,
encuentro un feroz durazno a la vuelta de un pliegue.
Despierto, siento tus pies y bendigo:
“estás aquí, colgada de mí, asida a mí…”
Entonces froto tus pies con los míos
y como lámpara de los deseos
se desparrama el día.
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