viernes, 16 de octubre de 2009

LA VIDA ERA ASÍ

Se envalentonan. Gritan. Vociferan. Exigen. Insultan. Hacen escarnio. Chantajean. Lloran.

Van a decir, como alguna vez me respondió Ricardo Monreal a una carta, que soy uno de los burgueses privilegiados que cuenta con una computadora para expresar sus ideas, mientras que la mayoría de las personas en este país vive en la miseria.

No niego mi situación de privilegio frente a miles o millones de personas que quizá jamás en su vida tendrán acceso a una educación como la que yo tuve, y que la tuve por cierto en parte gracias al Estado mexicano, y mucho más gracias a la responsabilidad de mis padres que al mismo tiempo que nos exigían como estudiantes a mis hermanos y a mí, con sacrificios económicos lograron sacar adelante a seis hijos.

Me es imposible no pensar en eso luego de observar la marcha de ayer. Es una tristeza ver a tanta gente tan equivocada, exigiendo de la manera más agresiva el regreso a un estado laboral de abusos absurdos que por años han constituido el lastre que arrastra a México a los últimos lugares del desarrollo en todos sus órdenes.

No es que no me apene la tristeza de los electricistas jubilados: ellos seguirán cobrando sus pensiones. Y no me voy a poner a filosofar acerca de lo naturalmente injusto que es el mundo en que vivimos.

No soy insensible –ni creo que nuestro presidente lo sea- a las lágrimas que vi derramar por parte de algunos de los ex-trabajadores de la extinta Compañía de Luz y Fuerza del Centro que acudieron al Zócalo a manifestarse ruidosamente.

Sin embargo, lloraría si yo fuera parte de su gremio al haber comprado en cuarenta mil pesos una plaza laboral para garantizarme no un empleo sino un sueldo vitalicio realizando el mínimo esfuerzo, ocupándome sólo unas cuantas horas al día -a veces ni eso-, haciéndome beneficiario de increíbles prestaciones no a cuenta de lo que produce mi trabajo, sino de lo que el Estado ha subsidiado a manos llenas y sin sonrojo, endeudándonos a todos los mexicanos desde hace más de medio siglo, a fin de asegurarse el voto corporativo en las siguientes elecciones. Sabedor además, que a mi tempranísima y muy bien pagada jubilación mi hijo mayor va a heredar mi espacio laboral. Y que todo eso se termine repentinamente para mí y mi familia, así, sin más…sí, sin duda yo también lloraría.

Que los sueldos no eran la gran cosa, todos lo sabemos. Pero no nos hagamos tarugos: la ganancia no estaba ahí. Por eso el corrupto líder del SME califica de “miserables” las exorbitantes liquidaciones ofrecidas a los ex-trabajadores, calculadas más que generosamente con base en sus salarios de tabulador.

Me llamó la atención el chantaje calculado: miles de pancartas, supuestamente espontáneas, expresando que los hijos de los trabajadores de ahora en adelante van a quedar sin educación, sin alimentos y sin atención médica. Otras mencionaban el ingrato desempleo al que Calderón lanza a miles de personas.

Es terrible quedarse sin empleo, lo sé porque es una situación que no me ha sido ajena, junto con la tremenda presión de los hijos por mantener. Pero ojalá que en este momento todos los desempleados del país tuvieran en la bolsa –igual que los extrabajadores de Luz y Fuerza- un cheque de un cuarto de millón de pesos para medio pasarla…

Lo que ellos reclaman no es el desempleo: es la pérdida de la garantía transgeneracional que implicaba trabajar para la Compañía. Exigen a gritos el aguinaldo de sesenta días que -lástima- tal vez nunca les llegará igual de abultado, si llega, en todos los diciembres que les restan de su vida, tal y como lo tenían dispuesto a perpetuidad. Es decir, contaban con ello, la vida era así.

Quién devolverá a tantos ahora indigentes el dinero que pagaron por sus plazas. La-insensibilidad-de-los-ricos-y-poderosos-que-deciden-en-este-país ya generó hasta problemas conyugales: esposas, ex-esposas y concubinas están codo a codo, muy atentas a las filas del cobro de indemnizaciones. Ellos, los del SME, sólo piden una cosa: que les regresen “sus” centros de trabajo.

Esto último delata a un gremio que jamás tuvo conciencia ni educación acerca de lo que significa el servicio público. Son miles los que desde ya fueron arrancados de las tiernas ubres de la Patria. Arrojados a enfrentarse como la mayoría de los mexicanos a la competencia, a la clientela, a los desvelos, a las incomodidades, a crecer o a perder, a arriesgarse.

La aberración socialista que nos maldice desde tiempos de Echeverría y quizá más atrás, desde Cárdenas –el discurso de la lucha de clases, los subsidios, el patrimonialismo de los sindicatos, el odio al exitoso, el derecho a la invasión, el no respeto a la ley-, se ha mostrado en todo su esplendor la tarde de ayer 15 de octubre, apoyada por los representantes del México envenenado, falsos líderes a quienes la gente sigue por no alzar la vista unos centímetros del suelo.

ACTUALIZACIÓN CON FECHA 16 DE DICIEMBRE DE 2009:
Premio al caradura: el día de ayer el líder charro de estos sindicalistas exigió al gobierno mexicano el pago de ¡aguinaldos! correspondientes a 2009 para todos los ex-trabajadores que no han aceptado pasar a cobrar sus liquidaciones. Esperan se les deposite como todos los años a más tardar el día 20 de diciembre, como marca la ley. O si no...

ACTUALIZACIÓN CON FECHA 21 DE JULIO DE 2010:
Hace un par de semanas la Suprema Corte de Justicia declaró legal y procedente el decreto de extinción de la Compañía de Luz y Fuerza del Centro.

No obstante ello, un pequeño grupo de ex-trabajadores se mantiene en huelga de hambre en el zócalo de la Ciudad de México, exigiendo una audiencia con el presidente Calderón "pues es él la última instancia en este país que puede resolver nuestras demandas".

Uno de los huelguistas está tan grave que ya sufrió un síncope. El médico (del SME) que lo atiende, declaró que la huelga terminará cuando el paciente entre en estado de coma. Los propios activistas impidieron ayer el paso al subsecretario de gobernación, que deseaba dialogar con este pobre hombre, quien en días pasados se quejó de que la prensa, incluyendo la internacional, lo estaba ignorando, y sólo prestaba reflectores a Fariñas, huelguista de hambre cubano que pedía la excarcelación de numerosos presos políticos del régimen de los Castro.

Es grotesco que personas ignorantes, convencidas de la retorcida "sacralidad" de su derecho a ser empleados a perpetuidad por el Estado mexicano, vayan al despeñadero guiados por un líder rapaz al que le urge un muerto antes de que la apabullante realidad jurídica haga todavía más evidente el desastre al que llevó a sus agremiados.

ACTUALIZACIÓN CON FECHA 07 DE MARZO DE 2011

El viernes 4 de marzo pasé por el Zócalo de la Ciudad de México. Hay instalado un "campamento" de ex-lectricistas con carpas a la Gengis Khan. Una dice: "Cobranzas presente", otra "Líneas subterráneas", y así todas: serán unas 50 carpas pintarrajeadas con los nombres de los distintos departamentos que integraban la Compañía.

Llama la atención que habiendo perdido absolutamente TODOS sus recursos jurídicos en TODAS las instancias, incluyendo la Suprema Corte de Justicia, todavía exista entre ellos (cientos de ellos, pues decenas de miles obtuvieron su liquidación en el tiempo legal) el convencimiento de que el Estado tiene la obligación de reinstalarlos en sus antiguos puestos de trabajo aunque sea a fuerzas.

Se quedaron en el viaje; están haciendo exactamente lo mismo que hicieron durante decenios: sentarse a comer tortas y dar un espectáculo lastimoso. Sólo que hoy están "al frente del negocio". Ojalá algún día despierten y se pongan a trabajar.

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