Detrás del enrejado
de paralelos y meridianos
la Tierra grita sin descanso
en inaudible gemir hacia el deshabitado espacio.
Dios juega a los dados sobre el plano
retrocediendo casillas o avanzando
en su cósmico Serpientes y Escaleras, con desgano.
La lupa agranda países comarcanos
que ya no existen, señoríos amurallados:
ciudades perdidas del instante humano.
Se escucha el rumor al acercarnos
de la gente que erigió los abandonados
templos y las estatuas, en batalla perdida de antemano.
Ellos dividieron su acotado páramo,
sembraron las fronteras del imaginario
mapa gobernado
por fugaces ciudadanos.
A ellos Nada les parece demasiado.