viernes, 20 de agosto de 2010

PAYASOS Y MIOPES

Me pregunto cuántos candidatos a gobernador asesinados necesitarán los priístas para dejar atrás su mezquindad y sentarse a trabajar con nuestro Presidente para atacar a fondo el problema del crimen organizado.

Como sociedad debemos exigir a los coordinadores tricolores del Senado y de la Cámara de Diputados que se dejen de payasadas y tengan la cortesía de sentarse a debatir los grandes temas nacionales cuando se les convoque, pues para eso se les paga.

martes, 10 de agosto de 2010

DOS POEMAS CÓSMICOS

SUCEDE ANOCHE

Deriva de continentes,
pliegues y fracturas abisales
de un Corazón ardiente y líquido.

Cartesiano ubico tus ojos
en furioso centro
de telúrico planeta.

Tremores, ráfagas,
elementos nuevos,
transformación profunda del paisaje
en una sanguínea química y futura.

De lo alto llegan luces:
un ciego relámpago
alcanza al tacto
tus profundas aguas.

Es hora de las rotaciones
y el cambio de ejes,
restablecer el antiguo polo
midiendo la inclinación
en el sextante de tus dedos.

Referencia: norte
Latitud: aproximada
Posición: tu cuerpo

De la pangea fragmentada venimos.

Añadimos como siempre
eones a la suma por sí
infinita
de nosotros.




EL NECIO

Habré de hacerme oír
cuando no quede seña de lenguajes
ni escritura humana.

En honda pulsación fuera de órbita
alguna intermitencia mía
se mostrará inteligente.

Leve música de mi nostalgia
acosará futuras naves,
y astronautas inconcebibles
asediados por una última aurora,
escucharán voces a la débil luz
de mi más potente grito

Cierta vibración, algún pautado ritmo
redundará por siglos en el espacio
hasta formar la improbable piedra
asteroide de la Memoria.

Fragmentada, alcanzará sin duda
superficie de planetas nuevos,
sacudirá su milenario polvo
ante miradas extrañas
que brillarán morbosas
con una breve incandescencia.

Iluminadas,
festejarán la supuesta disolución
de este necio, contumaz recuerdo.

martes, 20 de julio de 2010

TURQUÍA HUELE A FLORES














































































Cuando llegamos a Estambul, pensé que mañosamente, el personal de la agencia de viajes que había ido por nosotros al aeropuerto, de manera intencional nos estaba dando un paseo por “lo bonito” hasta llegar a nuestro hotel.

Parques con el pasto impecablemente verde y rasurado, decenas de cafés y restaurantes llenos a rebosar, amplias avenidas, niños jugando, gente vestida elegantemente, mujeres en minifalda, ejecutivos de saco y corbata esperando el metrobús, automóviles de modelo reciente, bancas con enamorados besándose, construcciones antiguas pero bien conservadas, edificios ultra modernos; orden, limpieza y flores, muchas flores.

¿Dónde los árabes y su caligrafía? ¿Dónde los musulmanes barbudos de mirada torva? ¿Dónde los camellos, los tendidos de lonas de los bazares, las mujeres de las que sólo se conocen los ojos? ¿Y los ladrones que secuestrarían a nuestras mujeres? ¿Y los policías que nos pedirían de manera grosera nuestros papeles y nos extorsionarían para no llevarnos a la célebre prisión del expreso de medianoche?

Pues todas esas patrañas fueron cayendo por su peso al cabo de los días. Turquía hoy es un país como el que probablemente los mexicanos tendríamos qué aspirar a ser. Ellos son tan musulmanes como nosotros católicos: pocas expresiones encontré de fanatismo en la gente. Tienen su propia moneda, la lira turca, que de tan estable ya no les interesa sustituirla por el euro e ingresar a la CCE ¿Para qué?

Turquía, hasta el comienzo del siglo XX, era el enorme imperio otomano que abarcaba lo que hoy es Siria, Palestina, Arabia, Libia, Marruecos, Rumania, Bulgaria…territorios de los que al término de las guerras, ingleses y franceses dispusieron o se repartieron de manera generosa conforme a sus intereses estratégicos.

Algo de esa grandeza antigua, cierta altivez, se percibe en la mirada de los habitantes de la actual Turquía. “No somos árabes”, insisten. De hecho, su líder histórico, Ataturk, en sólo quince años los llevó a olvidarse del Corán como única lectura, del fez y de la caligrafía árabe, para instituir de manera obligatoria la educación laica, la vestimenta y el alfabeto occidentales como instrumentos de modernización y progreso para su pueblo.

Tienen seguro social, pagan impuestos, el campo es de propiedad privada aunque se trabaja colectivamente. Respetan y aman las leyes, su historia, los monumentos, museos y sitios arqueológicos. Prácticamente no encontramos basura ni grafitti. Existen normas estrictas para conservar bosques, ríos, construcciones, y hasta el paisaje mismo. En carretera nadie maneja a más de 70 km/hr, por lo que supongo, los accidentes de tránsito han de ser escasos.

Aún en las ciudades más pequeñas y apartadas, es una constante el esquema de construcciones cuidadas, parques llenos de flores y plazas arboladas, avenidas amplias y bien pavimentadas. Niños de cinco o seis años caminan solos y uniformados hacia sus escuelas. La publicidad espectacular es esporádica y situada de manera estratégica para no afear el ambiente. Quien conoce Europa, pudiera suponer estar en Londres si visita Estambul, o en algunas ciudades de Francia, si visita el interior, con mujeres que eventualmente utilizan pañoletas.

Turquía es un país que por dondequiera huele a flores, repleto de viñedos, olivos y cipreses, entre los que destacan, aquí y allá, los minaretes y cúpulas de las majestuosas mezquitas que antes fueron iglesias, que mucho antes fueron construcciones romanas, y que primero fueron mármol de templos griegos.

No hay que olvidarlo, la mitad del mundo griego que conocemos en los libros de historia, está situado en lo que hoy es Turquía: Efesos, Mileto, Troya, Pérgamo, por citar algunos nombres.

Y de tanto cruzarse los rumbos de la historia y las culturas por estas tierras, Ulises, Alejandro Magno, Ciro de Persia, Afrodita, Adriano, Constantino, Ataturk, Ricardo Corazón de León y muchos más, gente o leyenda, se encuentran todos aquí reunidos en armoniosa convivencia.

Muchas preguntas quedan pendientes para responder. Pero la primera impresión es altamente positiva. No es que nos hayan llevado de paseo sólo por los rumbos “nice” de Turquía: es que todo su territorio mantiene un estándar de bienestar que ojalá pudiéramos alcanzar en México, tomando ejemplo de lo bueno que un país tan similar al nuestro –rica tradición histórica, densidad de población, recursos naturales, clima, geografía- ha logrado de manera espectacular en tan solo unos cuantos años.

viernes, 21 de mayo de 2010

TENANGO DEL AIRE

El pasado sábado 15 de mayo fui invitado a presentar el libro “La Tarde se consume” de Luis Carlos Minjárez.

A las 12 del día pasé por María Ángeles Juárez y Georgina Herrera, sobre la Av. Fray Servando Teresa de Mier de la Ciudad de México. Considerando el intenso tráfico en la salida a Puebla, calculé un par de horas para llegar a Tenango del Aire, lugar de la presentación.

El camino fue cómodo, a excepción de algunos kilómetros de más, ya que por no contar con un mapa a la mano, y por no existir en ningún lado señalamientos específicos, nos perdimos un poquito. Finalmente arribamos con bien a la plaza principal del lugar.

En lo que hacíamos tiempo para que llegasen por nosotros procedentes de Chapingo, aprovechamos para curiosear por el sitio que es bastante pintoresco, con una enorme iglesia restaurada, de la que se aprecian partes de la primera construcción.

En el atrio, unos gruesos y retorcidos troncos de olivo me emocionaron al contemplar la antigua señal de vida sembrada ahí por los frailes que edificaron la iglesia. Siglos después, todavía hay retoños brotando de la madera seca y blanca.

Leímos las inscripciones de algunas lápidas adosadas a los restos de un muro: todos los muertos son de 1912, año que no nos pareció tan antiguo quizá por proceder nosotros mismos de las entrañas del siglo XX. Sin embargo, es una fortuna consignarlo aquí, a mis cincuenta y un años, gozando de absoluta salud y lucidez (eso creo, o tal vez no he sido suficientemente examinado).

El interior de la iglesia tiene mucho encanto y varios nichos vacíos: esperemos que no sea por el robo de arte virreinal, ya que el patrimonio artístico del Estado de México ha sido sistemáticamente saqueado por coleccionistas sin escrúpulos.

Dimos una vuelta por la sacristía, con un patio central donde el tiempo fluye lento de una callada fuente.

Al salir, apreciamos la bondad del día: un cielo continuo apenas marcado por algunas nubes aisladas, quietud acompañada por la verde vista del prado y por los árboles del recinto; temperatura exacta del aire que apenas se dejaba sentir.

Hacia el mercado, los puestos de mercancías diversas ofrecen sus productos. Es unánime nuestra apreciación: el Ayuntamiento debiera regular -y en el mejor de los casos vetar- al que ofrece discos pirata, que sin ningún recato lanza a todo volumen las estentóreas notas de las bandas del momento. Mala música que ensucia el paisaje del tranquilo kiosko y las aves que pueblan el parque. Yo no recomendaría altavoces para la plaza: sólo silencio.

Pasamos también frente a la presidencia municipal, donde unas placas nos refieren la etimología de Tenango Tepopula (“en la muralla destruida”), y que a partir de 1812, por los remolinos de viento frecuentes en el lugar, pasó a denominarse “del Aire”.

Una vez que llegaron Luis Carlos Minjárez, Rosa Ivette Tapia y toda la comitiva en una gran camioneta, nos dirigimos a la casa del pintor Nahúm B. Zenil, ubicada a unas calles de la plaza. Conforme nos acercábamos, iba yo admirando la sencillez y tranquilidad del lugar, desde donde se avistan los muy cercanos volcanes del Valle de México.

La casa de Nahúm B. Zenil está construida completamente de adobe, en dos plantas, con un gusto particular que ha aprovechado el clima y la fertilidad del terreno para hacer crecer enredaderas por las paredes exteriores de la casa.

Pasamos por un extenso jardín un tanto salvaje, lleno de flores y fuentes, adornos de piedra, algunas esculturas, magueyes y nopales bien dispuestos, en medio de los cuales se habían colocado mesas y sillas. Los de Chapingo llevaron cazuelas con mole, tinga, nopales, etcétera, con los cuales saciamos nuestra hambre.

Un rato después, de manera un tanto apresurada, pues se acercaba la hora de la presentación, entramos a la casa para ver las obras que estaban exhibidas. Debo explicar que la casa del pintor es al mismo tiempo una galería, es decir, los espacios que él utiliza habitualmente para dormir, ver la televisión, leer o cocinar, están adornados con cuadros y objetos diversos (máquinas, libros, vitrinas, cajas, repisas) producidos por él y por otros artistas que acuden de manera regular a los talleres que organiza de manera permanente en Tenango del Aire.

El estilo de Nahúm B. Zenil es fuerte, intentando casi siempre exorcizar los aparentes demonios vitales que le acosan, o por lo menos eso deja ver en su obra, aunque él en persona es perfectamente tratable, y -esa impresión me llevé de todo el día-, se ha constituido en una especie de líder cultural en la región por medio de las actividades que idea y coordina personalmente.

Maestría, dominio en el manejo del dibujo. Aún cuando los cuadros en su mayoría sean de formato menor, por las obsesiones y la temática no pude evitar pensar en Julio Galán. Ya después, Roberta me ilustraría señalándome que tanto Nahúm B. Zenil como Julio Galán pertenecen a la misma generación impulsada por el galerista regiomontano Guillermo Sepúlveda.

Luego de nuestro breve recorrido, salimos todos en procesión de regreso a la plaza, hasta el Cine Edén, antiguo recinto restaurado y conservado por una de las familias del pueblo. Hoy está transformado en un embellecido galerón que los domingos abre sus puertas transformado en restaurant. Nos informan que siempre está a reventar, y es lugar de peregrinación de turistas conocedores, ansiosos por encontrar un rincón apacible para comer y un poco de aire puro y áreas verdes para sus hijos. (CONTINUARÁ)

lunes, 5 de abril de 2010

LA POSESIÓN ABSOLUTA DEL DESEO


De Cándidos Recreos es el tercer libro de poemas de María Ángeles Juárez Téllez (Tingambato, Michoacán, 1951).

El tiempo transcurrido desde la publicación de su anterior poemario Bajo los Girasoles (La Máquina Eléctrica, Ciudad de México, 1987) hasta la fecha, ha sido en gran parte dedicado por ella a escribir otros libros relacionados con la investigación y la difusión de la obra del escritor campechano Juan de la Cabada, de quien Juárez Téllez fuera asistente en los últimos tres años de la vida de éste.

En los Cándidos Recreos, la autora nos conduce a un viaje pleno de recuerdos, ausencias y erotismo, sobre el camino multicolor sembrado con las flores de su memoria, rebasando el lirismo imperante en mucha de la actual poesía mexicana, donde a veces se olvida que el poema es una máquina en la que cada palabra deberá ajustarse de manera precisa y necesaria al poema, o no escribirse.

Como aconsejaba Rilke, las vivencias infantiles y adolescentes de Juárez Téllez se vuelven aquí detonadores de la experiencia literaria, trascendiendo las consideraciones inmediatas de la autora, y constituyen magnífico pretexto para verter en la matriz del poema, con oficio, el inasible sentido poético que proporciona vida propia a lo escrito.

Con un lenguaje que a veces emplea vocablos poco frecuentados, -pero propios del contexto rural en que ella creció-, la autora enriquece los poemas de De Cándidos Recreos sin falsas pretensiones de erudición, marcando un recorrido con vastos orígenes y múltiples destinos, evidentes en los homenajes que dedica a Raúl Renán, Enriqueta Ochoa, Francisco Cervantes y Juan de la Cabada. El recuerdo de éste último en el poema “Cruzamos La Tarde”, es estremecedor:

(…la muerte…)
humedeció en tu piel
el aroma de nardos
que nacerían en tu sepultura

Existen también los guiños y complicidades con los amigos; invocaciones o despedidas de amantes; así como sucesos vitales que por crudos o dolorosos han sido transferidos a un contexto mágico.

Si el primer criterio fuese el cronológico, la lectura comenzaría por el poema “Bajo el Signo de Cáncer”, desde antes del nacimiento de María Ángeles Juárez, cuando su padre

al expirar la primera mitad
del siglo veinte
arrojó un torrente de lluvia seminal,
tornándome voces
desde el vientre de su universo

y terminaría donde efectivamente, acaba el poemario con la “Carta al Muchacho Capricornio”:

donde Adelaida, mi hija,
es la historia dolorosa de mi sangre.

Pero si nos atenemos al erotismo, el libro parte del poema “De Cándidos Recreos” con una aventura temprana paradójicamente vinculada a lo religioso, pues

en el éxtasis somnoliento de la misa
me dio a besar un dios;
con barba de alambre inclinado
destrozó mis sueños inocentes.

Posteriormente, en “Un Domingo de Agosto” alcanza atinada intersección entre erotismo, religiosidad y desencanto (¿pues qué es el humo de un cirio apagado?):

Emerge de mi vientre
olor a parafina
de misas celebradas en domingo

María Ángeles Juárez practica juego de espejos y referencias donde la unidad del poemario se apuntala tanto en elementos naturales, -las flores casi siempre (nombra al menos veinte distintas clases)-, como en la precisión del tiempo (asienta las fechas, los días, los meses y las estaciones del año).

En paralelo establece otro hilo conductor que asocia lo religioso con las más instintivas de las experiencias, logrando en no pocas ocasiones entonar un endiablado Cántico Espiritual, cuyos temblorosos ciervos y palomas han sido transmutados en yeguas enjaezadas y lobas embravecidas, culminando la pasión de varios de sus poemas en impetuoso arrebato profano, como el exclamado a todo pulmón en “Tiempos de Guardar”:

el silbido del animal supremo
anuncia en los amores de rosa-adolescente,
la posesión absoluta del deseo.

La impecable edición de De Cándidos Recreos a cargo de la Universidad Autónoma Chapingo, con prólogo de Raúl Renán y sendos epílogos de Aura María Vidales y Juan Cervera Sanchís, presenta además como aciertos una portada bien diseñada a partir de una encantadora fotografía de María García, e interesantes viñetas de Midori Adelaida Valle Juárez en los interiores.

De Cándidos Recreos. Juárez Téllez, María Ángeles. Universidad Autónoma Chapingo, México 2009.106 pp.

Reseña publicada el 03/abril/2010 en el suplemento Laberinto del Diario Milenio.
http://impreso.milenio.com/node/8745240

viernes, 19 de marzo de 2010

ES LO DE HOY

PENTAGRAMA

I
Buscando pleito con mi piel
dejaste señas de tu dulce guerra,
inmortales heridas.

II
Cada beso tiene su tiempo,
tu color, y una mitad opuesta:
arrójame rojo.

III
Bebiste con la mirada
leche obscura y diamantina,
recital de estrellas titilando.

IV
De nuevo tus pies,
arcos de tus pies:
de noche caminas
sobre arco iris.

V
Enredadera carnal
rematada en flor:
una de tus manos.


CORAZÓN DE SOMBRAS

Reyna Xóchitl:

Al dolor por los ochocientos soldados
habrá que sumar ahora
la pena yerta
por este árbol que sembraste,
ahuehuete de chinescas sombras
que nos alcanzó a llorar
los primeros quinientos años
de su interrumpido adiós.

Reencarnados en historia antigua,
conquistador y princesa se abrazan
sigilosos bajo la mortecina
primera luz de su triste noche.


VIENTO FRÍO

Es Normal.

Los fantasmas por aquí pierden el paso.
Detienen con sus manos de ectoplasma
las perdidas letras de una marquesina Cósmica.

Pagan a peso la entrada
sólo para observar en pantalla,
por enésima función, a sus pares.

Al salir, las desdentadas fauces
lamen ávidas el espectral aroma
de un azaharoso Pan de Muerto.

Después se van al Otro Lado
para ser estafados una noche más
por Fabulosas bailarinas
que les sorben el seso hasta el amanecer,
cuando tambaleantes
y con dolor de marimba en las costillas,
salen a curarse de realidad
soplándole hasta helarla,
a una fría y Polar cerveza.

jueves, 4 de marzo de 2010

ULTRASONIDOS, MÁS


RUMBO A XOLA
(Otra tú)

Tú vas a Xola y yo finjo que voy contigo.

Una destartalada caravana
nos aguarda siempre:
echamos a diario un volado
en la mano sucia del cacharpo,
nos jugamos la pájara suerte
con un doblado boleto.

En sentido contrario soy
arrastrado por tu luna nueva
con el invisible hilo que tejes sobre mí.
Desmadejado dejo que vengas:
abrazas una bufanda de adioses
que no sé cómo ignorar.

El mosaico de la pared
hace el juego a tu falda
que se calienta por levantisco vaho
exhalado del averno;
enseguida partes el aire
de una ciudad de ojos
que se te viene encima.

Te pierdes en un giro, aunque poco importa:
el Metro es una fábrica
que hace gente a carretadas.

Mañana será otra tú.



CRUCES EN EL ZÓCALO

El tiempo da la razón:
el Templo quedó al final
al lado de la Moneda.

El amaranto del Hombre
amasado con su vino
fue la corrupción entonces:
mismo pan del nuevo Cristo.

Metales ambos acuñados
con fraterna sangre:
en vaso de oro sirven
el elíxir del cadáver.

Empuñadura y cuchillo
cambiados por una cruz
sea máxtlatl o sotana,
cruz o cara, o arcabuz.

Coyolxauhqui desmembrada,
fragmentado su valor,
en la luna de la plata
brilla siempre al mismo sol.



VARADOS
EN BELLAS ARTES

A tierra poco firme
vino a parar
el blanco mar de mármol
del Palacio.

En volcánico amanecer
convocado cada noche,
al cielo devuelto,
un sol fulge en su interior.

Sucumben nuestros muertos
en sus salas,
pequeños ante el homenaje
de las Edades.

Ecos guardados en la piedra
por metales cien años templados,
las notas de cristal ascienden
por las columnas.

Con el vórtice de su huida
Bellas Artes arrastra una ciudad
que se hunde lentamente
en arcoírico estertor.

En sus orillas petrificadas los mexicanos
-náufragos ciegos-,
no entendemos todavía el arribo:
no sabemos si embarcarnos o partir.