martes, 4 de septiembre de 2007
jueves, 9 de agosto de 2007
DEFORME INFORME
1.- Existen necios que nunca aprenden de sus errores. Y que seguirán perdiendo ad nauseam.
2.- El "fraude" es un dogma de la fe que profesan los adoradores del pejerro de oro. No ven, no escuchan, no tienen ni necesitan pruebas, no razonan ni argumentan, les gana el sentimiento y la emoción de manera cursi y religiosa, creen a ciegas en una fantasía tropical producto del éxtasis palúdico de su líder. Es por lo menos inmoral, aparte de peligroso, alentar con una mentira las esperanzas de la gente, su necesidad de creer en algo más allá de lo tangible cotidiano.
3.- Se acepta que no estamos en jauja, que tenemos mucha pobreza y grandes problemas; también que poco menos de la mitad de la población aspiraba a ser gobernado por AMLO; pero inculcar a las personas que nuestro actual Presidente es la causa o el resultado de todas nuestras taras, vicios y corrupciones, es transferir al otro nuestras culpas antes que aceptar examinarnos o corregirnos. De ahí lo encarnizado de la violencia verbal, el tamaño de los insultos, la necesidad de encontrar a huevo que existe siempre algo peor a nosotros mismos.
4.- Si Calderón es la fuente de nuestros males, entonces su perversidad es eficacísima.
5.- No existe peor incongruencia ni inmoralidad que la de esos diputados del PRD que ostentan una representación pública producto de nuestro sistema democrático, pero que no reconocen al Presidente electo en el mismo tiempo y forma; que cobran al Gobierno mexicano muy puntualmente sus bonos y dietas, pero que siguen dispuestos a sabotear a México.
6.- Existen necios que nunca aprenden de sus errores. Y que seguirán perdiendo ad nauseam.
2.- El "fraude" es un dogma de la fe que profesan los adoradores del pejerro de oro. No ven, no escuchan, no tienen ni necesitan pruebas, no razonan ni argumentan, les gana el sentimiento y la emoción de manera cursi y religiosa, creen a ciegas en una fantasía tropical producto del éxtasis palúdico de su líder. Es por lo menos inmoral, aparte de peligroso, alentar con una mentira las esperanzas de la gente, su necesidad de creer en algo más allá de lo tangible cotidiano.
3.- Se acepta que no estamos en jauja, que tenemos mucha pobreza y grandes problemas; también que poco menos de la mitad de la población aspiraba a ser gobernado por AMLO; pero inculcar a las personas que nuestro actual Presidente es la causa o el resultado de todas nuestras taras, vicios y corrupciones, es transferir al otro nuestras culpas antes que aceptar examinarnos o corregirnos. De ahí lo encarnizado de la violencia verbal, el tamaño de los insultos, la necesidad de encontrar a huevo que existe siempre algo peor a nosotros mismos.
4.- Si Calderón es la fuente de nuestros males, entonces su perversidad es eficacísima.
5.- No existe peor incongruencia ni inmoralidad que la de esos diputados del PRD que ostentan una representación pública producto de nuestro sistema democrático, pero que no reconocen al Presidente electo en el mismo tiempo y forma; que cobran al Gobierno mexicano muy puntualmente sus bonos y dietas, pero que siguen dispuestos a sabotear a México.
6.- Existen necios que nunca aprenden de sus errores. Y que seguirán perdiendo ad nauseam.
miércoles, 25 de julio de 2007
DISUELTO EN EL ÉTER
Ya no es tanto que se pueda recuperar el monto total del dinero decomisado que a algún "estúpido" se le ocurrió depositar en un banco norteamericano despertando el consecuente apetito de los funcionarios de la DEA (recuérdese que allá el mito del millón de dólares para nunca volver a trabajar en la vida es una fantasía-obsesión de todo ciudadano norteamericano), ahora el problema es que el dinero que eventualmente pudiera recuperarse vía electrónica ya no es el mismo que todos pudimos observar perfectamente enfajillado. A partir de las fajillas y de los números de serie de los billetes y probablemente buscando indicios genéticos en ellos (cabellos, huellas dactilares), rastreando bancos, fechas, sucursales, cajeros, números de operación, era extremadamente fácil llegar a la verdad de su origen (Y claro, llegar hasta conocer los nombres de los delincuentes mayores: quiénes entregaron el dinero a cambio de qué, de eso se trataba para obtener una evidencia firme del hoy sólo presunto delito). Esto ha pasado de ser una mera especulación a una sólida certeza: existió alguien a quien le interesó de manera urgente disolver el cuerpo del delito ante nuestras narices. Desgraciadamente, todo lo que venga después será digno de la incredulidad y del irremediable y buscado olvido. Qué bárbaro, qué buen trabajo, mis respetos.
lunes, 23 de abril de 2007
O JUÁREZ O BIZANCIO
Va quedando demostrado en los hechos que independientemente de clasificarse como delito o pecado, la interrupción voluntaria del embarazo será siempre una decisión que compete a la mujer, pues será ésta quien llevará a cuestas, para toda la vida y a veces con desventajas irreversibles, las cargas morales, de salud, económicas o sociales por llevar a cabo dicho acto. Queda claro que es una situación extrema a la que nadie desea llegar y que falta mucho por hacer en esquemas de educación para prevenir embarazos no deseados. Que la Iglesia Católica, con su particular visión del mundo participe en el debate, me parece correcto y deseable. A fin de cuentas, las mujeres católicas decidirán conforme a su conciencia religiosa, pues aunque se aprueben las disposiciones en cuestión, a ninguna obligarán a abortar. Pero que defendiendo su posición la jerarquía católica intente revivir la violencia cristera que tanta sangre costó a nuestro país, verdaderamente se pasa de la raya. Cuánto daño hizo el ex-presidente Salinas al pretender modernizarnos sacando a los sacerdotes de sus templos. Qué bueno que siempre existan un Juárez o un Círigo que impongan la laicidad y la soberanía de nuestro Estado por encima del pensamiento medieval de estos señores, asombrosamente expuesto con su reciente y bizantina argumentación acerca de la "esperanza piadosa" en la inexistencia del limbo.
Enviado a Opinión del lector de Reforma
Enviado a Opinión del lector de Reforma
martes, 17 de abril de 2007
ESPEJO DE AGUAS NEGRAS
ESPEJO DE AGUAS NEGRAS
Sexenio Juárez espera en lo alto de su nido. A sus pies, extendidas las escleróticas arterias del palpitante valle que se han ido trepando por encima de las piedras y por sobre el polvo. El paisaje es impactante si se considera que lo que está a la vista hace quince o veinte años eran parajes llenos de arbustos, algunos pastizales con borregos, una que otra finca aislada, y que hoy, tabique con tabique, el espacio está rebosante de casas construidas con la precariedad que da la incertidumbre en la tenencia de la tierra.
Sexenio es de edad indefinida, la cara llena de prematuras arrugas que le dan continuidad y mimetismo al personaje. Está y no está. Se encuentra y no. Las últimas casas de la ola de concreto están aquí, donde los vehículos ya no pueden avanzar más que con el riesgo de voltearse. Las pipas que les cobra y les envía el Ayuntamiento cada tercer día desde hace muchas administraciones, llegan tres calles abajo, por lo que los integrantes de la familia Juárez deben abastecer su tambo acarreando el agua en cuatro cubetas y en varios viajes por persona. Nada del otro mundo comparado con el arrastre del propio peso, al menos un par de veces al día, dos kilómetros cuesta arriba y cuesta abajo, hasta llegar a la terminal de los camiones que los llevan al metro.
La última vez que se le preguntó, Sexenio afirmó no estar ni siquiera trescientos metros por encima del valle, a salvo de las inundaciones que estacionalmente desmadran el canal de las aguas negras, negrísimas, que espejean en el fondo, revolviendo brillos. Cuando ocurre el desborde, no tienen manera de subir, pues no hay transporte. No queda más que aguantar la noche y dios quiera que tu hija o tu esposa lleguen con bien. Porque sabe, ni entre nosotros nos respetamos, pues qué le pueden quitar a uno, los diez pesos del pasaje, y más vale que los traigas o te pican y te dejan ai tirado.
Malintzin, la hija mayor, es tan viva como el padre. Su piel es tersa, moreno tenso, y sus ojos se impacientan con la plática de quienes venimos a ofrecerles la posibilidad de mejorar su calidad de vida si votan por el candidato que representamos. Cada palabra nuestra es cuidadosamente medida y atesorada luego de salir de la boca. Aquí no valen los arrepentimientos. Lo dicho, dicho está e incorporado de manera inmediata al larguísimo bagaje de promesas multicolores incumplidas en años que a ellos se les pierden en la memoria.
Ella nos insinúa de unas pláticas que han estado organizando los amarillos. No ha estado en ellas, pero le han dicho. Y están así de gente. Muy difícil remontar la ventaja que ya nos llevan, dice. Le replicamos que una cosa es el Peje y otra a quien representamos, en un nivel de gobierno más cercano a ellos, alguien que verdaderamente les resolverá y asignará un presupuesto para construirles los tanques y dotarlos de las bombas y las tuberías que llevarán el agua potable hasta sus casas. Percibimos su incredulidad, nos damos cuenta que ya conocen completito el guión, la trama y el final de la obra. Dígannos algo nuevo. Para ellos lo único aprovechable sería lo que hoy pudieran obtener gratis de nosotros, y que por cierto, no les traemos: algunas despensas, unos bultos de cemento, el reconocimiento de algo parecido al liderazgo entre sus gentes. Después, que cada quién vote por quien carajos quiera.
Sexenio Juárez nos observa aburrido, convencido de nuestra inutilidad. Una luz se apaga en sus ojos cuando se ha percatado que en verdad (¡cómo!), no traemos dádivas ni “apoyos”. Involuntariamente se le asoma un faro de burla. Corrige de inmediato porque piensa en la remota posibilidad de solicitar luego una chamba si hoy nos demuestra gestualmente el suficiente entusiasmo por nuestra propuesta, si de casualidad ganáramos. Uno nunca sabe.
Por considerarnos mentirosos, a su vez nos miente: asegura representar a por lo menos doscientos vecinos que está dispuesto a llevar el miércoles cuando el licenciado se acerque a las colonias de abajo. Pero va a necesitar cinco camiones y unos dos mil pesos. Ambas partes intuimos la falsedad y la imposibilidad de cumplir con lo que se ofrece y menos aún con lo que se pide a cambio. Entiendo: incluso ganando, no podemos cambiar de golpe su condenada vida, que es lo que él esperaría de todo esto. Por eso nos la pone difícil. Qué tanta gente es capaz de llevar al mítin pasado mañana, él y nosotros lo ignoramos. Pero continuamos diciéndonos las cosas con una seguridad que ni Og Mandino.
Roberto Mendoza Ayala
Sexenio Juárez espera en lo alto de su nido. A sus pies, extendidas las escleróticas arterias del palpitante valle que se han ido trepando por encima de las piedras y por sobre el polvo. El paisaje es impactante si se considera que lo que está a la vista hace quince o veinte años eran parajes llenos de arbustos, algunos pastizales con borregos, una que otra finca aislada, y que hoy, tabique con tabique, el espacio está rebosante de casas construidas con la precariedad que da la incertidumbre en la tenencia de la tierra.
Sexenio es de edad indefinida, la cara llena de prematuras arrugas que le dan continuidad y mimetismo al personaje. Está y no está. Se encuentra y no. Las últimas casas de la ola de concreto están aquí, donde los vehículos ya no pueden avanzar más que con el riesgo de voltearse. Las pipas que les cobra y les envía el Ayuntamiento cada tercer día desde hace muchas administraciones, llegan tres calles abajo, por lo que los integrantes de la familia Juárez deben abastecer su tambo acarreando el agua en cuatro cubetas y en varios viajes por persona. Nada del otro mundo comparado con el arrastre del propio peso, al menos un par de veces al día, dos kilómetros cuesta arriba y cuesta abajo, hasta llegar a la terminal de los camiones que los llevan al metro.
La última vez que se le preguntó, Sexenio afirmó no estar ni siquiera trescientos metros por encima del valle, a salvo de las inundaciones que estacionalmente desmadran el canal de las aguas negras, negrísimas, que espejean en el fondo, revolviendo brillos. Cuando ocurre el desborde, no tienen manera de subir, pues no hay transporte. No queda más que aguantar la noche y dios quiera que tu hija o tu esposa lleguen con bien. Porque sabe, ni entre nosotros nos respetamos, pues qué le pueden quitar a uno, los diez pesos del pasaje, y más vale que los traigas o te pican y te dejan ai tirado.
Malintzin, la hija mayor, es tan viva como el padre. Su piel es tersa, moreno tenso, y sus ojos se impacientan con la plática de quienes venimos a ofrecerles la posibilidad de mejorar su calidad de vida si votan por el candidato que representamos. Cada palabra nuestra es cuidadosamente medida y atesorada luego de salir de la boca. Aquí no valen los arrepentimientos. Lo dicho, dicho está e incorporado de manera inmediata al larguísimo bagaje de promesas multicolores incumplidas en años que a ellos se les pierden en la memoria.
Ella nos insinúa de unas pláticas que han estado organizando los amarillos. No ha estado en ellas, pero le han dicho. Y están así de gente. Muy difícil remontar la ventaja que ya nos llevan, dice. Le replicamos que una cosa es el Peje y otra a quien representamos, en un nivel de gobierno más cercano a ellos, alguien que verdaderamente les resolverá y asignará un presupuesto para construirles los tanques y dotarlos de las bombas y las tuberías que llevarán el agua potable hasta sus casas. Percibimos su incredulidad, nos damos cuenta que ya conocen completito el guión, la trama y el final de la obra. Dígannos algo nuevo. Para ellos lo único aprovechable sería lo que hoy pudieran obtener gratis de nosotros, y que por cierto, no les traemos: algunas despensas, unos bultos de cemento, el reconocimiento de algo parecido al liderazgo entre sus gentes. Después, que cada quién vote por quien carajos quiera.
Sexenio Juárez nos observa aburrido, convencido de nuestra inutilidad. Una luz se apaga en sus ojos cuando se ha percatado que en verdad (¡cómo!), no traemos dádivas ni “apoyos”. Involuntariamente se le asoma un faro de burla. Corrige de inmediato porque piensa en la remota posibilidad de solicitar luego una chamba si hoy nos demuestra gestualmente el suficiente entusiasmo por nuestra propuesta, si de casualidad ganáramos. Uno nunca sabe.
Por considerarnos mentirosos, a su vez nos miente: asegura representar a por lo menos doscientos vecinos que está dispuesto a llevar el miércoles cuando el licenciado se acerque a las colonias de abajo. Pero va a necesitar cinco camiones y unos dos mil pesos. Ambas partes intuimos la falsedad y la imposibilidad de cumplir con lo que se ofrece y menos aún con lo que se pide a cambio. Entiendo: incluso ganando, no podemos cambiar de golpe su condenada vida, que es lo que él esperaría de todo esto. Por eso nos la pone difícil. Qué tanta gente es capaz de llevar al mítin pasado mañana, él y nosotros lo ignoramos. Pero continuamos diciéndonos las cosas con una seguridad que ni Og Mandino.
Roberto Mendoza Ayala
miércoles, 28 de marzo de 2007
REFORMA: BAJAN A LA IZQUIERDA
Qué bueno que nuestro Congreso, al aprobar las reformas al régimen de pensiones del ISSSTE está rompiendo con una inmovilidad legislativa que ya iba para diez años. Los "solidarios" e "izquierdistas" líderes sindicales de siempre viven con angustia el final de una época dorada y arremeten con cuanto pueden, incluso de manera violenta, para intentar frenar una reforma que según ellos no se ha discutido lo suficiente, ni a los trabajadores se les ha explicado sus alcances. ¡De mensos lo harían estos líderes rapaces, que por años se han enriquecido metiendo las pezuñas en los fondos comunes de los trabajadores!. Para colmo de su desesperación, observan con angustia cómo la mayoría en el Congreso los está dejando a un lado, literalmente al margen de las decisiones nacionales, debajo de un carro al que insisten en no subirse, pues con ello supuestamente legitimarían de facto el régimen que dicen no reconocer (¿O estarían deslegitimando a su líder máximo, al "presidente" patito?). Sería más inteligente y benéfico para la gente que dicen representar, que se dejaran de sandeces fundamentalistas y sesenteras y empezaran a negociar, pues para eso se les paga, las reformas que vienen y que el país necesita con urgencia.
jueves, 22 de febrero de 2007
IVAmonos al debate
Ya comenzó en las Cámaras nuestro "tradicional" debate acerca de si generalizar o no el IVA a alimentos, medicinas y demás productos exentos. Sería una lástima que nuestros diputados y senadores dejaran pasar una oportunidad histórica para ayudar sin charlatanerías a los que menos tienen. La exención del IVA a alimentos, medicinas, transporte, educación, cultura, etcétera, solamente ha contribuido a crear paraísos fiscales cuyos beneficiarios directos son los grandes monopolios nacionales y extranjeros que, como queda demostrado con el precio de la tortilla, no tienen el menor pudor a la hora de cuidar sus intereses. El SAT está implacable fiscalizando las cuentas bancarias de personas y empresas, pero un padre de familia con un micro changarro no puede deducir en sus pagos del IVA nada de lo que destina a la alimentación o la educación de sus hijos, sus mayores gastos. Allá nuestros legisladores con sus malentendidas exenciones que finalmente repercuten en falta de recursos gubernamentales para el creciente gasto social. Yo por lo pronto les propongo que disminuyan el IVA a una tasa razonable del 7%, pero que lo apliquen sin excepción a todos los productos y servicios. Es lo justo para todos. Seguir papaloteando con el tema sólo nos llevará a postergar nuestras posibilidades de desarrollo como país. ¿Cuántos años se nos han ido ya? ¿Cuántas legislaturas? No la frieguen.
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