Arrepentirse no está
en la lengua de los lobos.
Celebramos el presente a diario
con el instinto vivo de la zarpa
que asuela dioses y desgarra mitos.
Si al anochecer
crepita lento el fuego
y feroces rasgamos el aire aromado
con violenta violeta;
si caminamos la obscuridad
sobre el doble filo
negro de tus ojos;
si amanece el día por tu piel
antes que por el alba misma,
cómo arrepentirse.
Cuando poseo
la cálida vertiente de tus días,
el remanso florido de tus humedales,
y en mi sendero se entreteje
la misteriosa línea de tus huellas.
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