jueves, 5 de enero de 2012

UN LEVE ROCE


















Descartada la amistad,
su lealtad es sólo para la Reina.

Ella no duda en cortar
las cabezas a los ingenuos,
a los locos, o a los débiles
que no acaban de nacer
cuando son pasto vivo devorado
por la milenaria estirpe.

Perfectas hormigas de acerados cuerpos,
guerreras, larvas y obreras,
en sus disputas tienen gestos de Humanidad:
toman prisioneros,
someten a trabajos forzados,
aplican pena de muerte.

Pero no se sabe
de hormiga alguna que mienta
o que haya matado por dinero.

No existen tampoco entre ellas
las hipócritas,
las traicioneras o las holgazanas.

Truecan el amor por feromonas
en encuentros superficiales
con algunos leves roces, roces.

De las profundas galerías
brota feroz el marcial cántico
del orgullo fórmico:
asordinada trompeta que toca a degüello.

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