EL TEMBLOR
De la entrepierna de la montaña,
de un olvidado pliegue suyo,
de una profunda herida de azogue y agua
brota la queja.
Columnas de fuego juegan a las luchas
entre el lodo y el tezontle,
y un repentino cambio de postura
mece la antigua nave de piedra
varada a la mitad del lago.
Espasmos buscan el cielo abierto,
exhalación de un grito sordo
hacia el nublado espacio solar.
Es la vibración del inframundo
rebelado contra sí mismo,
y contra el éter negro de lo inútil.
Hay temblores y sudor,
los xoloizcuintles alzan las orejas
atentos al tremor que asciende
desde el nudo ciego que desata
cerros y placas.
Como insectos atolondrados
nos movemos superficiales
a vueltas sobre nuestro frágil plato.
Buscamos entonces refugio y a los hijos,
palidecemos y empezamos a entender
la inutilidad de rezos y súplicas cuando creíamos,
con suerte, agarrar a dios desprevenido:
ahora no queda sino esperar su réplica.
THE QUAKE
From the crotch of the mountain,
from one of its forgotten folds,
from a deep wound of mercury and water
the wail arises.
Columns of fire wrestle
between mud and volcanic rock,
and a sudden change of position
rocks the old stone ship
stranded in the middle of the lake.
Spasms seek the open sky,
exhalation of a muffled cry
into the cloudy sunspace.
It’s the vibration of the underworld
rebelled against itself,
and against the useless black ether.
There is trembling and sweating,
xoloizcuintles* raise the ears
attentive to the tremor climbing
from the blind knot that unties
hills and plates.
As giddy insects
we move shallow-minded
circling over our fragile dish.
Then we seek refuge and the children,
we pale and begin to understand
the futility of prayers and supplications when we thought,
hopefully, to catch an unsuspecting god:
now we can only wait for his reply.
*Xoloizcuintle= mexican bald dog
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