martes, 12 de enero de 2010

ULTRASONIDOS

CONSIDERACIONES
DEL LOBO

El sentimiento de culpa
ante tanta catástrofe que no me toca
por invisible escudo que hasta hoy
sin abolladuras fulge indemne,
golpeado ocasional por lejanas muertes
o súbitas enfermedades boreales;

esa protección que se me concede
sin implorarla ni deberla,
sin ahondar en vericuetos kármicos
es ciertamente inmerecida,
que nada grande creo haber hecho
en favor del clan, pues otro sería y no yo.

Una sensación de angustia y maravilla
por ser invulnerable al daño que se ceba
en territorios que me son ajenos,
y aún a la vuelta de la estepa:
mis verdades no son el hambre ni el pantano,
ni los cazadores con sus balas y cuchillos...

Desayuno como todo un sibarita,
una cautiva enciende mi instinto a diario;
hace más de cincuenta años que vago en el bosque,
y un roble no me cae sobre la cabeza
-todavía.

Este hueso atorado en mi garganta
estorba festejar a todo aullido
que un sólo yo se dijese feliz hoy.

No viene al caso lamentarse por la buena suerte
(ni siquiera eso cambiaría nada),
pero gruño para dejar constancia
de mi coraje por tantos inocentes apaleados
en los muy inescrutables
caminos del Señor.

Son ellos, inoportunos y patéticos,
quienes con sus desfigurados rostros
impiden que yo devore todo como dios manda.



NO LO MERECE

Sólo un momento posó para mí
-quería tatuarla en el poema-
pero batió sus alas en retirada.

Dejó este borrón con su polvo negro.

viernes, 8 de enero de 2010

martes, 15 de diciembre de 2009

CAMBIO CLIMÁTICO ¿CAMBIO DE PARADIGMAS?

En estos días de amplias discusiones y cumbres energéticas, uno se pregunta -humilde ciudadano del mundo que es- lo que uno hizo mal para haber llevado la cuestión ambiental al borde de una catástrofe.

Se siente verdadera culpa por no ser el habitante urbano ejemplar que tantos ambientalistas desearían: nos falta reciclar el agua de nuestra casa, utilizar menos el automóvil, sembrar árboles en nuestro entorno, comer más verduras, consumir menos carne, mantener un invernadero en nuestra azotea, depositar las pilas gastadas en los recipientes colocados ex profeso en algunos centros comerciales, llevar al súper nuestra propia bolsa para no utilizar más plásticos, preferir los productos en empaques reciclables, separar siempre la basura en orgánica e inorgánica, hacer composta y un sinfín de etcéteras.

La lista de “inconsciencias” sería interminable y abrumadora. Parece que nadie puede darse el lujo de vivir, porque al hacerlo está matando al planeta.

Todo lo mencionado es cuestión de cultura, de costumbres, algo que no va a cambiar de manera masiva ni instantánea a menos que todos nos viéramos súbitamente obligados a ello.

A mí me parece que los gobiernos y las grandes corporaciones están eludiendo su responsabilidad, dejando en nuestras manos las decisiones que ellos deberían haber tomado “desde arriba” hace ya mucho tiempo, y que no han tomado por razones políticas y económicas.

Como hombres de la calle no podemos hacer más de lo que habitualmente hacemos: cerrar bien el grifo, no tirar basura, caminar cuando se pueda. Pero a millones de personas les importa un bledo lo que ocurra después de hoy: la inmensa mayoría no tiene los medios, ni la educación, ni las intenciones, ni los productos, ni las normas que los obliguen a ser amigables con el medio ambiente.

Cuando yo tenía 14 o 15 años, mi amigo Hermilo Córdova ya había construido en el patio de su casa un pequeño prototipo de automóvil eléctrico, -estoy hablando de los años setentas-; en aquel entonces era una quimera proponer un automóvil impulsado por electricidad cuando el mundo tenía disponibles enormes yacimientos de petróleo barato.

Para entonces los japoneses ya habían inventado un motor con un rendimiento de 30 km por litro de gasolina; de todas formas solíamos platicar de las eficientes baterías de litio o de la energía provocada por la explosión del hidrógeno, que da vapor de agua como único residuo.

Casi 40 años después, cuando voy a una agencia a comprar un automóvil, lo mejor que consigo a precio razonable es un auto con un rendimiento de gasolina de 12 a 14 km por litro. Ni hablar de autos híbridos, o eléctricos, o de aquellos que utilizan baterías de hidrógeno: son excepciones, y su exorbitante costo rebasa por mucho lo que el ciudadano promedio puede adquirir con su ingreso promedio.

Es decir, después de tantos años de existencia y desarrollo de tecnologías eficaces, de guerras por el petróleo, alguien que decida contribuir al mejoramiento del ambiente lo único que puede hacer de manera efectiva es no utilizar un automóvil, pues si lo hace aunque sea por necesidad, provocará el gesto de desdén de aquellos que abogan por el regreso a la vida rural del siglo XIX.

No puedo usar mi auto porque contamina. No puedo bañarme cinco minutos más porque el agua se acaba en el mundo. Soy un inconsciente porque en el techo de mi casa no hay pasto sembrado y entonces se refleja el calor del mediodía. Si como carne, imagínate cuántas hectáreas de selva fueron arrasadas para servirme un bistec. Me aterra jalar la cadena y dejar ir al caño cuatro o cinco litros de agua potable por cada miadita. Si me traslado en avión contribuyo al calentamiento global el equivalente a diez mil personas que viajan por tierra…

Otro dato: el 80% del agua dulce del mundo se utiliza –y se evapora más de la mitad- en los riegos agrícolas tradicionales. Eso quiere decir que si en este momento todos los habitantes de todas las ciudades del mundo ahorrásemos la mitad del agua que utilizamos, lograríamos incidir apenas en el 10% del total del agua disponible. No es una cantidad desdeñable, ciertamente, pero eso no nos va a sacar de apuros ni va a impedir que algún día el agua dulce disponible en el planeta se nos termine. Quizá unos años más de reserva, pero sólo eso.

Los dos ejemplos citados (el automóvil, el uso del agua) me dicen que aún cuando como ciudadanos conscientes hagamos nuestro mejor esfuerzo con acciones individuales para salvar el planeta, nunca lo lograremos a menos que las grandes corporaciones y nuestros gobiernos implementen los mecanismos necesarios para conseguir ese objetivo.

Hago una lista de propuestas que considero podrían ser tomadas en cuenta:

-Que nuestros gobiernos obliguen a las armadoras de automóviles a fabricar modelos con motores eficientes que consuman la mitad de gasolina que los actuales, o que de plano cambien su tecnología a eléctrica: las tecnologías existen y están disponibles para los ingenieros desde hace muchos años.

- Incentivar y popularizar los sistemas autónomos de generación de energía por medios solares, eólicos, etc. Lo mismo los sistemas autónomos de captación, almacenaje, reciclado y ahorro de agua.

- Proponer a nuestros congresistas una ley para que toda nueva edificación de inicio cuente con un sistema de almacenamiento de agua, aprovechamiento del agua pluvial y reciclado, así como un sistema autónomo de generación de energía eléctrica y/o térmica.

- Proponer una ley para que toda edificación ya existente en las ciudades, en un plazo mediano, en la medida de sus posibilidades cuente con dichos sistemas.

- Revisar y modificar nuestros métodos tradicionales de irrigación, para cambiarlos hacia el riego por goteo, cultivo en invernaderos, etc.

- Desarrollar potabilizadoras, desalinizadoras y tratadoras de aguas más eficientes que proporcionen a las ciudades toda el agua dulce necesaria, para no seguir extrayéndola de los mantos freáticos.

En fin, son algunas propuestas, no soy experto, pero son medidas posibles que nos ayudarían a reducir considerablemente la magnitud de nuestro actual problema ambiental. Sé que topan con cuestiones económicas de gran calado, por ejemplo la reducción drástica del ingreso de las empresas petroleras, o el control patrimonial de la energía que ejerce el Estado en países como México, y también sé que el gobernante que implementara tales medidas en su territorio, difícilmente ganará el favor de sus habitantes, por el costo y la obligatoriedad que conllevan.

Esas son las razones por las que nadie lo ha hecho hasta ahora.

Sirvan entonces estas líneas para alzar la voz a los gobiernos y a las grandes corporaciones para decirles: ¿están ustedes haciendo lo necesario en favor de nuestro medio ambiente? ¿por qué se escudan en la irresponsabilidad de los ciudadanos?

No son las empeñosas acciones individuales de unos cuantos, por muy loables que éstas sean, las que van a lograr abatir el cambio climático, la deforestación o la falta de agua potable. Urgen medidas, productos y sistemas responsables con el medio ambiente, cuya aplicación sea global.

Quizá entonces sigamos utilizando automóviles y dándonos duchas romanas de diez minutos. Pero será muy diferente hacerlo sin culpa.

jueves, 3 de diciembre de 2009

lunes, 26 de octubre de 2009

ULTRASONIDOS

REVOLUCIÓN

Esta es Revolución,
la verdadera encrucijada
varada en las banquetas de San Carlos,
el PRI, la vieja escuela,
y circos que ahí se instalan.

Alguien se indignó cuando dije
- no lo recuerdo exacto- que Venecia hoy,
San Marcos aparte,
es la colonia Guerrero inundada
y también tenemos una catedral,
y Alvarado tendió aquí su puente.

Abundan los sindicatos con la plaza comprada;
los guaruras saben desde arriba
cómo está eso del poder,
y observan condescendientes
a los que ignoramos el mítin, la fuerza,
convocados por insurgentes,
de líderes que se hacen lolos.

(Todos caen en la trampa,
nadie sabe para quién trabaja…).

Los cafés de chinos y su neón fogata
ofrecen refugio a los desahuciados
para encontrar en la sal de su pan
el último beso de un día perdido.

Los hoteles, siempre de paso,
viven asidos al placer
que lentamente lame el dinero.

Pero es mejor la noche
vista desde el cuadro sucio
que resguarda los vestigios de un anónimo calor,
a estar afuera, donde las cuentas no salen:
la altura del escote es siempre según.

Por eso cuando llegues a Revolución
antes de subir asoma primero una mano,
tienta el aire: cada salida es distinta
y todas tienen la suerte volteada,
el santo de espaldas.

Compórtate con discreción,
como alguien que siempre ha estado.
Pero sobre todo jamás escuches:
pasa de largo, desatiende súplicas,
soslaya provincianas miradas.

Y si puedes, mejor, regrésate.



HACIA EL COLEGIO MILITAR

El convoy es más bello contigo adentro.
La distancia entre nosotros,
¿Depende de cuántas estaciones?

domingo, 25 de octubre de 2009

LA BARCA DE PAPEL

La Barca de Papel, de Wolfgang Ratz, es una publicación virtual sobre literatura contemporánea, editada en Austria. Gracias al interés de su director por la poesía en español, he tenido la suerte de publicar ahí -junto con otros escritores de México y de algunos países latinoamericanos- mis poemas traducidos al alemán.

El Águila en Palacio es el resultado de una visita nocturna e inesperada al Palacio Nacional, ubicado en el centro de la Ciudad de México. Dicho edificio, construido en etapas sucesivas sobre las ruinas de lo que originalmente fue el Palacio de Moctezuma, es desde entonces sede del poder en nuestro país. La transformación de sus estancias, escaleras, salones, patios, murales y pasillos, revela silenciosamente la gran historia escrita sobre las piedras.

La revista correspondiente a octubre de 2009 puede consultarse en:

http://revistabarcadepapel.blogspot.com/

viernes, 16 de octubre de 2009

LA VIDA ERA ASÍ

Se envalentonan. Gritan. Vociferan. Exigen. Insultan. Hacen escarnio. Chantajean. Lloran.

Van a decir, como alguna vez me respondió Ricardo Monreal a una carta, que soy uno de los burgueses privilegiados que cuenta con una computadora para expresar sus ideas, mientras que la mayoría de las personas en este país vive en la miseria.

No niego mi situación de privilegio frente a miles o millones de personas que quizá jamás en su vida tendrán acceso a una educación como la que yo tuve, y que la tuve por cierto en parte gracias al Estado mexicano, y mucho más gracias a la responsabilidad de mis padres que al mismo tiempo que nos exigían como estudiantes a mis hermanos y a mí, con sacrificios económicos lograron sacar adelante a seis hijos.

Me es imposible no pensar en eso luego de observar la marcha de ayer. Es una tristeza ver a tanta gente tan equivocada, exigiendo de la manera más agresiva el regreso a un estado laboral de abusos absurdos que por años han constituido el lastre que arrastra a México a los últimos lugares del desarrollo en todos sus órdenes.

No es que no me apene la tristeza de los electricistas jubilados: ellos seguirán cobrando sus pensiones. Y no me voy a poner a filosofar acerca de lo naturalmente injusto que es el mundo en que vivimos.

No soy insensible –ni creo que nuestro presidente lo sea- a las lágrimas que vi derramar por parte de algunos de los ex-trabajadores de la extinta Compañía de Luz y Fuerza del Centro que acudieron al Zócalo a manifestarse ruidosamente.

Sin embargo, lloraría si yo fuera parte de su gremio al haber comprado en cuarenta mil pesos una plaza laboral para garantizarme no un empleo sino un sueldo vitalicio realizando el mínimo esfuerzo, ocupándome sólo unas cuantas horas al día -a veces ni eso-, haciéndome beneficiario de increíbles prestaciones no a cuenta de lo que produce mi trabajo, sino de lo que el Estado ha subsidiado a manos llenas y sin sonrojo, endeudándonos a todos los mexicanos desde hace más de medio siglo, a fin de asegurarse el voto corporativo en las siguientes elecciones. Sabedor además, que a mi tempranísima y muy bien pagada jubilación mi hijo mayor va a heredar mi espacio laboral. Y que todo eso se termine repentinamente para mí y mi familia, así, sin más…sí, sin duda yo también lloraría.

Que los sueldos no eran la gran cosa, todos lo sabemos. Pero no nos hagamos tarugos: la ganancia no estaba ahí. Por eso el corrupto líder del SME califica de “miserables” las exorbitantes liquidaciones ofrecidas a los ex-trabajadores, calculadas más que generosamente con base en sus salarios de tabulador.

Me llamó la atención el chantaje calculado: miles de pancartas, supuestamente espontáneas, expresando que los hijos de los trabajadores de ahora en adelante van a quedar sin educación, sin alimentos y sin atención médica. Otras mencionaban el ingrato desempleo al que Calderón lanza a miles de personas.

Es terrible quedarse sin empleo, lo sé porque es una situación que no me ha sido ajena, junto con la tremenda presión de los hijos por mantener. Pero ojalá que en este momento todos los desempleados del país tuvieran en la bolsa –igual que los extrabajadores de Luz y Fuerza- un cheque de un cuarto de millón de pesos para medio pasarla…

Lo que ellos reclaman no es el desempleo: es la pérdida de la garantía transgeneracional que implicaba trabajar para la Compañía. Exigen a gritos el aguinaldo de sesenta días que -lástima- tal vez nunca les llegará igual de abultado, si llega, en todos los diciembres que les restan de su vida, tal y como lo tenían dispuesto a perpetuidad. Es decir, contaban con ello, la vida era así.

Quién devolverá a tantos ahora indigentes el dinero que pagaron por sus plazas. La-insensibilidad-de-los-ricos-y-poderosos-que-deciden-en-este-país ya generó hasta problemas conyugales: esposas, ex-esposas y concubinas están codo a codo, muy atentas a las filas del cobro de indemnizaciones. Ellos, los del SME, sólo piden una cosa: que les regresen “sus” centros de trabajo.

Esto último delata a un gremio que jamás tuvo conciencia ni educación acerca de lo que significa el servicio público. Son miles los que desde ya fueron arrancados de las tiernas ubres de la Patria. Arrojados a enfrentarse como la mayoría de los mexicanos a la competencia, a la clientela, a los desvelos, a las incomodidades, a crecer o a perder, a arriesgarse.

La aberración socialista que nos maldice desde tiempos de Echeverría y quizá más atrás, desde Cárdenas –el discurso de la lucha de clases, los subsidios, el patrimonialismo de los sindicatos, el odio al exitoso, el derecho a la invasión, el no respeto a la ley-, se ha mostrado en todo su esplendor la tarde de ayer 15 de octubre, apoyada por los representantes del México envenenado, falsos líderes a quienes la gente sigue por no alzar la vista unos centímetros del suelo.

ACTUALIZACIÓN CON FECHA 16 DE DICIEMBRE DE 2009:
Premio al caradura: el día de ayer el líder charro de estos sindicalistas exigió al gobierno mexicano el pago de ¡aguinaldos! correspondientes a 2009 para todos los ex-trabajadores que no han aceptado pasar a cobrar sus liquidaciones. Esperan se les deposite como todos los años a más tardar el día 20 de diciembre, como marca la ley. O si no...

ACTUALIZACIÓN CON FECHA 21 DE JULIO DE 2010:
Hace un par de semanas la Suprema Corte de Justicia declaró legal y procedente el decreto de extinción de la Compañía de Luz y Fuerza del Centro.

No obstante ello, un pequeño grupo de ex-trabajadores se mantiene en huelga de hambre en el zócalo de la Ciudad de México, exigiendo una audiencia con el presidente Calderón "pues es él la última instancia en este país que puede resolver nuestras demandas".

Uno de los huelguistas está tan grave que ya sufrió un síncope. El médico (del SME) que lo atiende, declaró que la huelga terminará cuando el paciente entre en estado de coma. Los propios activistas impidieron ayer el paso al subsecretario de gobernación, que deseaba dialogar con este pobre hombre, quien en días pasados se quejó de que la prensa, incluyendo la internacional, lo estaba ignorando, y sólo prestaba reflectores a Fariñas, huelguista de hambre cubano que pedía la excarcelación de numerosos presos políticos del régimen de los Castro.

Es grotesco que personas ignorantes, convencidas de la retorcida "sacralidad" de su derecho a ser empleados a perpetuidad por el Estado mexicano, vayan al despeñadero guiados por un líder rapaz al que le urge un muerto antes de que la apabullante realidad jurídica haga todavía más evidente el desastre al que llevó a sus agremiados.

ACTUALIZACIÓN CON FECHA 07 DE MARZO DE 2011

El viernes 4 de marzo pasé por el Zócalo de la Ciudad de México. Hay instalado un "campamento" de ex-lectricistas con carpas a la Gengis Khan. Una dice: "Cobranzas presente", otra "Líneas subterráneas", y así todas: serán unas 50 carpas pintarrajeadas con los nombres de los distintos departamentos que integraban la Compañía.

Llama la atención que habiendo perdido absolutamente TODOS sus recursos jurídicos en TODAS las instancias, incluyendo la Suprema Corte de Justicia, todavía exista entre ellos (cientos de ellos, pues decenas de miles obtuvieron su liquidación en el tiempo legal) el convencimiento de que el Estado tiene la obligación de reinstalarlos en sus antiguos puestos de trabajo aunque sea a fuerzas.

Se quedaron en el viaje; están haciendo exactamente lo mismo que hicieron durante decenios: sentarse a comer tortas y dar un espectáculo lastimoso. Sólo que hoy están "al frente del negocio". Ojalá algún día despierten y se pongan a trabajar.