lunes, 23 de abril de 2007

O JUÁREZ O BIZANCIO

Va quedando demostrado en los hechos que independientemente de clasificarse como delito o pecado, la interrupción voluntaria del embarazo será siempre una decisión que compete a la mujer, pues será ésta quien llevará a cuestas, para toda la vida y a veces con desventajas irreversibles, las cargas morales, de salud, económicas o sociales por llevar a cabo dicho acto. Queda claro que es una situación extrema a la que nadie desea llegar y que falta mucho por hacer en esquemas de educación para prevenir embarazos no deseados. Que la Iglesia Católica, con su particular visión del mundo participe en el debate, me parece correcto y deseable. A fin de cuentas, las mujeres católicas decidirán conforme a su conciencia religiosa, pues aunque se aprueben las disposiciones en cuestión, a ninguna obligarán a abortar. Pero que defendiendo su posición la jerarquía católica intente revivir la violencia cristera que tanta sangre costó a nuestro país, verdaderamente se pasa de la raya. Cuánto daño hizo el ex-presidente Salinas al pretender modernizarnos sacando a los sacerdotes de sus templos. Qué bueno que siempre existan un Juárez o un Círigo que impongan la laicidad y la soberanía de nuestro Estado por encima del pensamiento medieval de estos señores, asombrosamente expuesto con su reciente y bizantina argumentación acerca de la "esperanza piadosa" en la inexistencia del limbo.

Enviado a Opinión del lector de Reforma

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