jueves, 4 de marzo de 2010

ULTRASONIDOS, MÁS


RUMBO A XOLA
(Otra tú)

Tú vas a Xola y yo finjo que voy contigo.

Una destartalada caravana
nos aguarda siempre:
echamos a diario un volado
en la mano sucia del cacharpo,
nos jugamos la pájara suerte
con un doblado boleto.

En sentido contrario soy
arrastrado por tu luna nueva
con el invisible hilo que tejes sobre mí.
Desmadejado dejo que vengas:
abrazas una bufanda de adioses
que no sé cómo ignorar.

El mosaico de la pared
hace el juego a tu falda
que se calienta por levantisco vaho
exhalado del averno;
enseguida partes el aire
de una ciudad de ojos
que se te viene encima.

Te pierdes en un giro, aunque poco importa:
el Metro es una fábrica
que hace gente a carretadas.

Mañana será otra tú.



CRUCES EN EL ZÓCALO

El tiempo da la razón:
el Templo quedó al final
al lado de la Moneda.

El amaranto del Hombre
amasado con su vino
fue la corrupción entonces:
mismo pan del nuevo Cristo.

Metales ambos acuñados
con fraterna sangre:
en vaso de oro sirven
el elíxir del cadáver.

Empuñadura y cuchillo
cambiados por una cruz
sea máxtlatl o sotana,
cruz o cara, o arcabuz.

Coyolxauhqui desmembrada,
fragmentado su valor,
en la luna de la plata
brilla siempre al mismo sol.



VARADOS
EN BELLAS ARTES

A tierra poco firme
vino a parar
el blanco mar de mármol
del Palacio.

En volcánico amanecer
convocado cada noche,
al cielo devuelto,
un sol fulge en su interior.

Sucumben nuestros muertos
en sus salas,
pequeños ante el homenaje
de las Edades.

Ecos guardados en la piedra
por metales cien años templados,
las notas de cristal ascienden
por las columnas.

Con el vórtice de su huida
Bellas Artes arrastra una ciudad
que se hunde lentamente
en arcoírico estertor.

En sus orillas petrificadas los mexicanos
-náufragos ciegos-,
no entendemos todavía el arribo:
no sabemos si embarcarnos o partir.


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