lunes, 18 de agosto de 2008

PARA QUE LA PIENSEN

Si entre las cuestiones de fondo en cuanto a la inseguridad que priva en nuestro país se encuentran la inoperatividad y corrupción del sistema penitenciario que permite que los delincuentes salgan una y otra vez de la cárcel a placer; o que desde los reclusorios mismos operen bandas dedicadas al secuestro o a la extorsión, yo propongo lo siguiente:

Aislamiento total, en celdas individuales, de los delincuentes que se hayan asociado para cometer delitos.

Me refiero a castigar a los que hayan cometido delitos mayores (secuestro, violación, lesiones, narcotráfico, asaltos, etc.) con una privación de la libertad efectiva, que en los hechos les rompa cualquier vínculo afectivo, familiar, social o económico.

Privarlos de los encuentros conyugales, limitar a dos o tres veces por año las visitas personales, tener cero convivencia con otros reos o con sus guardianes; no televisión, no radio, no teléfono, no periódicos, no computadora; muchos libros, eso sí.

Si acaso, y a solicitud de los sentenciados, realizar algún tipo de trabajo o ejercicio productivo en su celda (ejemplo: generación de electricidad, cultivo de hortalizas), como terapia individual que retribuya al Estado los gastos que origina la estancia del delincuente en el reclusorio, así como en alguna medida pague los daños que hubiere causado a la sociedad.

La situación actual de nuestras cárceles hace que estos centros en la práctica operen como verdaderas universidades del crimen. En circunstancias de convivencia los reclusos no tienen la menor posibilidad, ni la intención, de regenerarse.

Una estancia de meses o años en cárceles con aislamiento total, dependiendo del tipo de delito cometido por el reo, constituiría administrativa y económicamente una carga menor para nuestros gobiernos, mejoraría las condiciones de salubridad en los reclusorios, neutralizaría de manera emocional y psicológica a los delincuentes, y disminuiría las posibilidades de corrupción y motines.

La perspectiva de delinquir y ser condenado a una situación de aislamiento total, generaría verdadero pavor a la mayoría de la población, por todo lo que implica para la persona como ente social, aún cuando ésta fuese un delincuente nato.

Con todo y la dureza que implica, este tipo de castigo sería humanitario y efectivo pues preservaría la vida del delincuente dándole la oportunidad de la reflexión y una mayor posibilidad de regeneración, evitando la reincidencia después de ser liberado.

Protegería y retribuiría más a la sociedad que cualquier sentencia de cadena perpetua: esto último se reservaría quizá sólo para ciertos homicidas.

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