domingo, 1 de septiembre de 2013

Aprobar las reformas ¡ya!


La resistencia al cambio en México es proverbial.

Recordemos cómo acabó Calderón en una noche con la corrupta e ineficientísima Compañía de Luz, y aunque todavía ande por ahí penando su fantasma, con el "temible" SME.

Algún genio administrativo dispuso hasta el detalle fino todo lo necesario: un decreto impecablemente redactado; logística para recuperación de las instalaciones en varios estados; contratación de personal emergente; calendario de liquidaciones; bueno, hasta los cheques para cada trabajador con pesos y centavos estaban calculados y elaborados. ¡Eso es hacer bien las cosas! Y se acabó con una lacra histórica, una sanguijuela para el país, que costaba millones de pesos e impedía la modernización de México en el sector.

Toda proporción guardada, con la CNTE será lo mismo, por eso están más que desesperados: en cuanto se aprueben las leyes secundarias de la reforma educativa, se desmoronarán de inmediato, de manera legal, el absurdo poder y la continuidad de las canonjías económicas que se le confirió en administraciones pasadas a este nefasto grupo de aviadores que cobran sin trabajar. 

Aparentar un diálogo inexistente, absurdo e interminable solamente sirve para ganar tiempo (a los extorsionadores y a sus gobernadores coludidos) o para perderlo (legisladores y niñez mexicana).

Que va a haber pataleo, por supuesto: lo hay ahorita, subsidiado; y también lo va a haber después ¡pero sin subsidio! Lo cual hará una diferencia fundamental. 

Por eso es inútil esperar más.

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